Hablemos de eso | 15 de agosto
17/08/2024.- Venían del golpe del 11 de abril, cuando al siguiente día apareció Napoleón Bravo en Venevisión, anunciando: "Tenemos nuevo presidente". Se trataba de Pedro Carmona Estanga, presidente de Fedecámaras, que apenas horas después se autojuramentaba como presidente de la "República de Venezuela" (así, eliminando el calificativo de Bolivariana, que orgullosamente lleva el nombre de nuestro país), acompañado de los militares traidores. Un señor leía un inusitado decreto mediante el cual se anunciaba la vuelta a la Constitución de 1961, es decir, se anulaban de un plumazo el proceso constituyente y la Constitución de 1999. Así mismo, se destituían de sus cargos a los diputados a la Asamblea Nacional, al Tribunal Supremo de Justicia, al fiscal general de la República y a la directiva del Consejo Nacional Electoral. No era poca cosa. Ya al siguiente día tenían al pueblo en la calle y tras la contundente respuesta de los militares leales, el 13 de abril, salían huyendo del Palacio de Miraflores.
Cuando el comandante Chávez volvió de su secuestro, llamó a la calma y al diálogo, pero entendieron que era apenas un receso. En diciembre de 2002, se iniciaba el paro-sabotaje petrolero. Todas las televisoras privadas se encadenaron y suspendieron sus anuncios comerciales para sustituirlos por el coro de "Chávez, vete ya. ¡Fuera!", movilizaciones diarias y toma de calles. Respondimos que "¡Uh! ¡Ah! ¡Chávez no se va!". El paro cesó en febrero, disuelto en sus propias contradicciones. Eso sí, dejó montones de negocios quebrados (sí, muchos de ellos con pequeños propietarios que habían apoyado, por las buenas o por las malas, el paro). Hicieron que la República, es decir, todos nosotros y nosotras, perdiéramos cientos de millones en la aventura. La economía y el empleo solo empezaron a recuperarse meses después.
Otra derrota y otra vuelta. En marzo de 2004 se inventó y se puso en práctica por primera vez lo que llamaron la "guarimba". La expresión era tomada del juego de la "ere": la guarimba es donde uno se pone y no lo pueden convertir en "ere", pero esta vez no se trataba de un juego infantil. En las redes informáticas de la época (que eran algo así como unos mensajes por radio) la describía desde Miami: "Salga al frente de su casa, obstruya la vía, queme ahí basura, y cuando venga la policía, escóndase en su propia residencia".
Disturbios en la calle y acompañamiento mediático seguían pidiendo la salida de Chávez. Después, empezaron a recoger las firmas para convocar un "referéndum revocatorio", figura creada por la Constitución de 1999. Todos los cargos son revocables, incluso el del presidente, después de cumplida la mitad del período para el que fue electo.
Se demostraba todos los días que "las firmas" tenían trampa. De allí viene la idea de las "firmas planas": muchas eran hechas por la misma persona, sobre una lista de cédulas de identidad proporcionada, por ejemplo, por un banco. Empezaron a impugnarlas. Mucha gente confirmaba que no había firmado.
Disputas iban y disputas venían, hasta que el presidente Chávez aceptó el reto en cadena nacional, en una brillante alocución convirtió la campaña por iniciar en la batalla de Santa Inés, parangonándola con la campaña de Ezequiel Zamora, esa en que llevó al enemigo (a los godos) hasta su campo, logrando una victoria decisiva. El chavismo se convertía en Florentino, el que cantó con el diablo, en el poema de Alberto Arvelo Torrealba. Ese donde aparece el diablo y lanza su reto a Florentino:
En el año 2003 se habían creado las primeras Misiones Bolivarianas, con amplio protagonismo popular. El 1.° de julio, la Misión Robinson; en septiembre, se pone en marcha el censo de la Misión Sucre; el 17 de noviembre, la Misión Ribas, y el 14 de diciembre nace la Misión Barrio Adentro.
El 15 de agosto de 2004, la victoria fue clara. El "No", es decir, los votos que negaban la revocación y reafirmaban a Chávez como presidente fueron 5.800.629, equivalentes al 59,1% de los votos válidos. Esta victoria, de la que se cumplieron veinte años esta semana, abrió una etapa de consolidación de las instituciones, de crecimiento económico y recuperación del ingreso de los trabajadores y las trabajadoras, y de ampliación de derechos para el pueblo venezolano.
Los cantos de fraude repetidos en los medios de comunicación no contaron con pruebas. Eran mentiras proclamadas a toda voz. En todos los hechos relatados, los protagonistas siempre han sido los mismos, con pocas variaciones. Saque usted sus propias conclusiones.
Humberto González Silva