Al derecho y al revés | Los derrotados lo volverán a intentar

28/08/2024.- Los ciclos históricos, que generalmente comienzan desarrollando grandes cambios en la economía, la política y, por supuesto, la vida cotidiana, no son percibidos por los pueblos, salvo que los dirigentes lo comenten con la gente.

Sin embargo, eso de comentar no lo hacen los dirigentes a menudo, por miedo a que su público no entienda.

El último ciclo, que ahora está por terminar, comenzó en el Renacimiento europeo, después que los reyes católicos —munidos del oro, pero sobre todo de la plata de América— impulsaran la primera globalización. Desde el punto de vista financiero, esta se llevó a cabo luego de que la corona española pudo inundar el mundo con sus pesos y doblones de plata y oro.

En ese entonces, como ahora, el mayor enemigo del poder político no era realmente la religión, sino el comercio, pues, como dijo Jesús Maestro, "no tiene Dios… y por eso nunca pierde".

Esa tirantez entre la religión y el comercio se resolvió con la Ilustración y sobre todo con la Revolución francesa, cuando, al cortarle la cabeza a un rey y a su consorte, se comenzó a derrumbar el llamado "antiguo régimen", que era el de los reyes coronados por el papa. Ese régimen llevaba entonces un milenio y medio, más o menos.

Bien, los seres humanos que estamos vivos, pero en especial los que pertenecemos a la generación de los baby boomers, a pesar de estar mejor informados, creemos equivocadamente que las instituciones actuales siempre existieron y que no cambiarán.

En el lenguaje llano, consideramos que los Estados nacionales, con sus instituciones democráticas —unas más, otras menos—, siempre han estado presentes; es decir, que el equilibrio de poderes, tal como lo ideó Montesquieu, existe desde tiempos de los cavernícolas.

Eso no es verdad. Esas instituciones pertenecen al período del capitalismo burgués de libre competencia —después calcadas por los Estados socialistas—, el cual no lleva más de dos o tres siglos. Dichas instituciones actualmente están siendo retadas con el objetivo de desaparecerlas.

Vamos por partes: cuando menciono que hay "algo" que reta al capitalismo burgués, y también al socialismo, no me refiero a la pugna entre capitalismo y socialismo —o a la que ha habido entre derecha e izquierda—, sino más bien al Estado nacional, por una parte, y a los grandes conglomerados económicos que representan al mercado, por la otra.

Cabe destacar que los nacidos antes de los años setenta del siglo pasado no somos en general capaces de entender esto porque no nos imaginamos un mundo sin los Estados nacionales tal como están divididos en los mapamundis de hoy día.

Los más jóvenes no se molestan tanto si desaparece algún Estado nacional —como de hecho ha sucedido con la antigua Yugoslavia del presidente y mariscal Tito, y está sucediendo con la Libia del coronel Gadafi—, pero nosotros los venezolanos deberíamos estar atentos.

El adversario que enfrentamos no siempre es Estados Unidos de Norteamérica, como parece, sino la realidad del mercado que, de hecho, ya hace a las megacorporaciones entes mucho más poderosos que los Estados nacionales, al menos en el ámbito de la justicia internacional.

Ese dato hace que, desde nuestro gobierno, como desde la oposición, sea necesario repensar la lucha que viene, porque dadas las recientes realidades, a ningún venezolano le conviene que desaparezca el Estado nación que mantiene nuestra cultura y garantiza cierto grado de paz.

Un ejemplo de cómo cambian las alianzas y las presuntas ideologías confunden está en el Estado español que hoy es gobernado por un partido socialista que, por tanto, se supondría aliado de Venezuela o de nuestro gobierno, pero no es así.

Si nos fijamos en Francia, veremos que la alianza de izquierda llamada Francia Insumisa nunca nos ha apoyado ante las acciones golpistas y saboteadoras de parte de Estados Unidos. En cambio, Marine Le Pen, calificada como "extremista de derecha" —que no lo es—, y su partido critican a EE. UU. por su intervencionismo en todo el mundo.

Además, la lucha de los golpistas derrotados en las urnas no es en el plano nacional, sino ante organismos internacionales, donde el mercado tiene más poder que los Estados nacionales, único bastión para enfrentar el abuso de los grandes poderes económicos trasnacionales.

Entendido ese punto, hay que revisar rápido las alianzas. Para ello no basta con los paradigmas del siglo XIX. Estamos ante un panorama diferente y la derrota del dúo MCM y EGU no significa que los golpistas vayan a retirarse. Seguirán, por los momentos, con el fascista Elon Musk como padrino.

Asimismo, vienen elecciones, que para la mediática mundial volverán a ser "las más importantes", en particular las de nuestra ciudad, Caracas, donde se requiere sacar al fascismo globalista de todas las alcaldías, y donde intentarán montar —como lo hicieron en Argentina— una vitrina de embustes, pero creíbles.

 

Domingo Alberto Rangel


Noticias Relacionadas