Vitrina de nimiedades | Metaverso con descuento especial
Las redes sociales pueden ser el metaverso con descuento especial
29/10/22.- A veces, acelerar la entrada al futuro no genera ganancias, o eso parecen pensar los socios de Marck Zuckerberg. Esta semana, le recomendaron reducir la inversión en el llamado “metaverso”, ese entorno virtual que aparentemente amenaza con apoderarse de la realidad y que aún no demuestra si es rentable, como lo es la inteligencia artificial. En dos platos: queridos, no hay que atrasarse ni adelantarse.
Probablemente, esos socios asuman que no es favorable para sus bolsillos un invento que resulta incomprensible. A ver, ¿qué es finalmente el metaverso? ¿Es una realidad paralela donde se corean, como en aquella famosa canción, frases como: “Imagínate que yo no soy yo”? ¿Se puede ganar plata allí? ¿Uno puede tomar una identidad distinta para darle rienda a esa vida paralela que tanto soñó? ¿Se construyen las cosas que no se pueden tener de verdad? ¿Para dónde va?
Si alguien se hace estas preguntas no es porque el futuro dé miedo, o no se tenga claro el paso que marca la tecnología. En el caso de los simples mortales, que somos meros consumidores dentro de esta voraz estructura de capitalismo de plataforma, la razón es mucho más simple: el mundo se mueve hoy sobre unas corrientes que nos llevan de forma sinuosa y le dan tiempo al escéptico para caer también. Si no, que lo digan las abuelas tiktokeras.
Semejante efecto es el resultado de combinar tres factores que son demasiado tentadores: la comodidad, el placer y la sencillez. Sobre esos elementos descansa nuestra conexión con el llamado “teléfono inteligente”, la tablet y la misma computadora. Y detrás de estos artilugios se encuentran conceptos, técnicas y modos de generar ganancia que nos involucran sin que nos abrumen. O, mejor dicho, casi sin enterarnos.
Cuando el teclado predice lo que deseamos escribir, el algoritmo se apresura a mostrarnos aquello que nos interesa o podemos ver en realidad aumentada cómo será un edificio, ahí encontramos la tecnología envolviéndonos sin darnos cuenta, sin dudar una sola vez. No imaginamos los complejos hilos que se entretejen para hacernos sentir personas de avanzada. ¿Cómo sucede todo eso? No sabemos, solo vemos necesidades y deseos satisfechos cada vez con menos esfuerzo.
Esa, quizás, sea la diferencia que muchos ven frente a conceptos tan promocionados como las criptomonedas, el llamado Token No Fungible (NFT, en inglés) y, por supuesto, el metaverso. Son presentados como a aquellas personas que, por extraordinarias, vanguardistas y complejas, terminan pasando por inalcanzables. Si hay mecanismos más simples y placenteros, ¿para qué nos devanamos los sesos tratando de entender algo que parece tan inaccesible como una caja fuerte?
En el caso del metaverso, además, uno no entiende si el propósito es vivir en un mundo análogo, fusionar lo virtual con lo real o crear un escape para aquellas cosas que no soportamos en piel propia. Eso no es nada nuevo bajo el sol, especialmente en las relaciones humanas. Antes de que Marck Zuckerberg hablara de eso, ya más de uno vivía una realidad ficticia con un amor que no fue, un trabajo que nunca funcionó, una riqueza que nunca llegó y un negocio que nunca dio frutos. De eso se alimentan gratuitamente las redes sociales que, para alivio de algunos inversores y la desgracia de la gente común, pueden ser el metaverso con descuento especial.
Rosa E. Pellegrino