Al derecho y al revés | Mosca, Presidente, cuando viaje

04/09/2024.- Por lo general, cuando escuchamos la palabra "inteligencia" relacionada con la captura, tratamiento y manejo de la información, pensamos en novelas plagadas de espías que conducen a toda velocidad por las calles, mentirosos y borrachos, unos protodelincuentes que detestan el trabajo, pero que extrañamente viven como millonarios y se quitan las bellas mujeres a sombrerazos.

Esa es una visión más alejada de la realidad que Plutón de nosotros… Lo cierto es que la mayoría de las personas que laboran en el sector de inteligencia son más bien ratones de biblioteca que buscan pasar desapercibidos, tienen familias y beben con moderación.

Bien, con uno de estos personajes tuve un encuentro sano y casual.

No lo debo identificar por acuerdo mutuo, pero sí tengo permitido compartir mis recuerdos de los ya lejanos años universitarios, cuando el condiscípulo X —y no me refiero a la trampa jaula de Elon Musk, sino a quien tenía muchos años sin ver— compartía conmigo las ideas de la izquierda revolucionaria.

Tantos años han pasado, pero aún rememoro el día cuando, ya para graduarnos, X me confesó que una vez recogido el título se marcharía de Venezuela "porque aquí la revolución no tiene futuro".

X, mayor que yo, había militado en el MIR de mi padre y sus amigos, pero se marchó a México, donde le perdí la pista, país donde se decepcionó de las izquierdas, como me dijo cuando me invitó a cenar en Caracas.

De México, X se fue a los Estados Unidos, donde concluyó los altos estudios de seguridad y defensa, decisión que le garantizó —aunque ustedes no lo crean— una honesta carrera dentro del mundo de la inteligencia yanqui.

X había regresado por unos días a Caracas para vender una pequeña propiedad heredada junto a una hermana. Como muchas cosas que se alargan, X se puso a ver los intríngulis de una elección en la que no votó, porque, siendo hoy día yanqui de ciudadanía, no apareció en los listados.

Igual me confesó que de haber votado lo habría hecho por el presidente Maduro, porque considera que es quien garantiza gobernabilidad, estabilidad y paz.

Un poco bebido —costumbre yanqui—, me pidió que le trasmitiera un mensaje al Presidente.

De nada me valió explicar que no soy de la intimidad de Miraflores y que, en todo caso, no pensaba trasmitir un mensaje si yo mismo no estaba de acuerdo con su contenido.

Una vez convencido este escribano, comparto con nuestros lectores el mensaje.

X piensa —con el aval de todos sus estudios en materia de inteligencia— que el Presidente, Diosdado Cabello y el general Padrino López deben extremar sus medidas de seguridad, porque el intento de golpe encabezado —y eso es un decir— por MCM y EGU no termina con el dictamen del TSJ.

Tampoco termina con el apagón de luz de este viernes —le acoté.

Sobre el Presidente, recordó que un juez de Nueva York ofrece recompensa de quince millones de dólares. Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y el general Padrino López también tienen órdenes de captura internacionales, ilegales, seguro, pero igual el Presidente y las altas autoridades venezolanas deben evitar los viajes largos al extranjero.

O al menos hacerlo repostando solo en países verdaderamente amigos, hasta donde vuelen escoltados por nuestros cazas.

Analizando el temor de X —quien aún se siente venezolano— es que secuestren al Presidente y lo envíen enjaulado a Nueva York y que esa acción sí detone un golpe de mayor categoría a las payasadas que acostumbran los Guaidós, Leopoldos, Ledezmas, Maricorinos y ahora los Edmundos.

Esto, según los escenarios de X, terminaría en guerra civil y partición de Venezuela en varios toletes, con lo que terminaría quebrado en mil pedazos el legado que los libertadores nos dejaron.

El antiguo condiscípulo me convenció. Recordé al presidente turco cuando la OTAN combinó un golpe de Estado el mismo día que Erdoğan estaba viajando al extranjero, donde intentaron secuestrarlo, y que de no ser porque nadie bajó del avión y se marcharon de Austria, donde estaban repostando gasolina, Rusia tendría un enemigo poderoso en el flanco sur.

Bien, como me pareció excelente el análisis de X, le dije que escribiría, pero que no creyera que nuestros presidentes son ingenuos y que yo supe a comienzos de este siglo que fuentes de inteligencia le informaron a Hugo Chávez que los estadounidenses trataban de convencer la tripulación del "camastrón" —así llamaba Chávez al avión presidencial de entonces— para secuestrarlo en vuelo al Táchira.

El Presidente evaluó la situación y, teniendo gente querida en esa tripulación, no dijo nada. Simuló subirse al avión en La Carlota y se bajó a hurtadillas, de manera que los primeros sorprendidos fueron los pilotos al llegar a Paramillo. El Presidente no estaba en el avión porque se había ido por tierra.

De todas maneras, mosca, Presidente, que el golpe no ha terminado. Lo seguirán intentando, como lo hicieron al robarse el avión presidencial venezolano de Santo Domingo.

 

Domingo Alberto Rangel


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