Caraqueñidad | Sobre los pioneros de la fotografia criolla
La cámara de Torito sustentó el crecimiento urbanístico
09/09/2024.- ¿Quién podría haberse imaginado que el hijo de aquella pareja caraqueña de Felipe Toro y Ana María Mujica, con apenas 20 años de edad, iniciaría una exitosísima carrera como fotógrafo para llegar a convertirse en Torito, considerado el primer reportero gráfico de Venezuela, además del registrador del urbanismo de Caracas y el fotógrafo personal de Juan Vicente Gómez?
Así quedó registrado para la historia. Torito, según se dice, profetizó mucho de lo que acontece en la capital y en el país, de acuerdo con lo que dejó plasmado con su particular visión, en los más de 3.000 negativos que quedaron como legado al momento de su partida, el 27 de septiembre de 1955.
Este predestinado del mundo gráfico había nacido en Caracas el 21 de junio de 1881. Aprendió el arte de la fotografía a través de manuales, pero perfeccionó su obra gracias a sus largas horas de dedicación en el laboratorio, donde descubrió gran parte de la magia de su oficio, a partir de la alquimia de los ácidos para fijar y revelar, lo que lo hacía diferente al resto de sus emergentes colegas.
Su lente registró la transformación arquitectónica y de crecimiento social, político y económico de esa Caracas posguzmancista de inicios de siglo XX; por ello, fue muy requerido por el urbanista Luis Roche para que documentara la evolución de su hacienda Altamira y por el arquitecto Carlos Raúl Villanueva, quien se apoyó mucho en las gráficas de Torito sobre la metamorfosis que generó el concreto en el centro caraqueño, en El Silencio y en la Ciudad Universitaria.
Por su trabajo en El Nuevo Diario y El Cojo Ilustrado, además de su andar en el hipismo nace un nexo que lo marca por el resto de su carrera y de su vida: se hace el fotógrafo personal de Juan Vicente Gómez y toda su familia, sus propiedades, su círculo.
Muchos críticos pretendieron ligar a Torito a las acciones despóticas del Benemérito, pero no pudieron quitarle valor a lo captado por su lente. Dicen que ese nexo llegó a tanto, que Gonzalo Gómez canceló una hipoteca de la vivienda del reportero gráfico por la increíble –para el momento– cantidad de 8.000 bolívares. Con ello le resolvían un problema, pero lo comprometían.
Trató de instalarse en Nueva York en 1927, pero solo pudo permanecer siete meses, en los cuales perfeccionó técnicas sobre la fotografía personal, aunque mantuvo su tendencia de trabajar fuera de estudios, en locaciones naturales, en la calle o en casas de quienes le encomendasen trabajos especiales, que siempre terminaban con el toque mágico que Torito le daba en su laboratorio privado. (Una especie de fotoshop manual, impensado e inexistente en la época).
Además del de Gómez, Luis Felipe Toro –su nombre de pila– hizo famosos retratos de los generales Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita y Marcos Pérez Jiménez.
Luis Carlucho Martín