Letra veguera | ¿Quo vadis, María Corina?

Quizás para los “creativos” de la promoción de su imagen en el pasado reciente, el malhumor que continúa reflejado en el semblante la María Corina pública no indique la intencionalidad de "ofertar" un carácter furibundo ni cierto enojo circunstancial, sino la natural y buena vibra de su idiosincrasia, de su abolengo Machado, ahora reafirmando una renovada cualidad que deje en el pasado aquella foto con Bush pelándole sus rodillas y haga en el rodeo electoral el papel de pieza clave en el tablero, donde el imperio no juega ya al peón cuatro rey, sino al lema según el cual los ricos pueden gobernar, señoras y señores; pero no cualquier ricachón como Sebastián Piñera o Mauricio Macri. No, ricos con pedigrí postmoderno, y si es mujer, mejor, mucho mejor para aderezar un poco más el ambiente en la región con el mayor potencial de riquezas naturales en el planeta.

Litio, petróleo, carbón, cobre, diamantes, oro, agua y variedad de materias primas de nuevas mercancías que sirvan de avíos para controlar por aire, por tierra o por mar, el destino y futuro de la humanidad. 

La cuestión es cómo ensamblarla sin que suene a ramalazo brutal contra la materia gris de su sistema ideológico central, cómo hacer para que sus rictus de clase sean íconos que enuncien bienestar e igualdad, al mismo tiempo que distancia y categoría.

Es por eso que resignados a lidiar con todas las aristas que asoma la oposición en materia electoral para el 2024, pero bien dolarizados, sus asesores ofrecerán otro lema que supere aquel fallido “María Viene”, envasado al vacío, lejos de la cochina lucha de clases o de cualquier hollín emanado de Las Madres del Barrio o de la Misión Sucre.

Queda claro que la esbeltez no puede comulgar con un pueblo corpulento, jodedor, comedor de cachapa y marrano frito, barriga llena y corazón contento; entonces, con mi prestancia no se metan: a ver qué carajos van a hacer con esa cantaleta de Andrés Velásquez y la obligatoriedad de unas aburridísimas primarias, pues con o sin ellas María Corina quiere gobernar.

Obsesionada y especulativa anticomunista, terror es lo que anuncia; negación de lo real y apología al lugar común para cincelar un país antibolivariano desde la bóveda de un centro comercial, a ver si la pega en El Rodeo o en Sabaneta, donde un día “apareció” con un bluyín Levis y una blusa Louis Vuitton, versión fashion de la Virgen de Coromoto.

María viene y siempre vendrá de Washington y en la boca se le verán las migas del Corn flakes matutino made in USA.

Nadie que venga del Kamasutra criollo tiene ese ceño tan fruncido, ni esa voz, ni esas manos tan doctrinarias. "Dime de dónde vienes y te diré quién eres". Tú no vienes de esta tierra de gracia, pero eres hija de los amos del Valle.

No hay que olvidar tampoco que las luminarias de su imagen comprendieron que a ese fundamentalismo anticomunista había que fondearlo con un trompe-l'œil, dicho en jerga francesa: un trampantojo que enterneciera el simulacro existencial de esta María megalítica; para entonces la fondearon con el Guaraira Repano. Algo de clorofila para sofisticar a este hipotálamo aristocrático, discursivo como él solo.

Quien desee palpar el síndrome de la disociación psicótica en su estado puro, convertido en target electoral, no vacile en consultar el testamento de esta María que habla de volver al futuro.

Por ahí viene.

 

Federico Ruiz Tirado


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