Al derecho y al revés | Cuando se negocian las cenizas
10/02/2024.- Desde una red social que también me envía noticias enteras de que un sacerdote del sector Zumba, en la capital del estado Mérida, es acusado por vender unos "nichos" construidos en los terrenos parroquiales donde actúa como jefe espiritual del rebaño el padre Danny Xavier Peña Dávila.
Aclaro para los que aún no lo saben que "nichos" llamamos en Venezuela a los columbarios donde se da alojo temporal, si son alquilados, o de manera perenne, en caso de venta, a las cenizas de muertos que fueron objeto de cremación.
Tal como se presenta la información, es posible que quien la lea piense que el padre Peña Dávila es un pedófilo que ahora construye nichos.
Ojo: por encima, esta red social luce enemiga del cristianismo católico y así presenta casos de curas delincuentes, pero nunca señala los inmensos desfalcos, que se han visto en los Estados Unidos, cometidos por pastores, que en Venezuela llamaríamos "protestantes".
Ojo al cuadrado: no pretendo comenzar una guerra religiosa o siquiera vender mi credo. Solo deseo ilustrar una entre tantas razones por las que la democracia está de baja en el mundo, y aquí también, al punto de que sinvergüenzas como EGU se arropan con el sistema político donde el pueblo elige entre varias propuestas.
No voy a entrar en los dimes y diretes del caso contra el padre Peña Dávila, aunque la carta elevada por los feligreses más destacados de su parroquia señala en descargo del padre que esos nichos "los vendió un ingeniero sin autorización"... supongo que con sobreprecio … Esto hace del caso un escandalete, tan a gusto en estos tiempos donde un incidente sucede a otro ya ninguno se le consigue solución.
Comento el hecho para esta columna porque la red social que me envía este tipo de noticias, que no son tomadas en cuenta por redes y medios obsesionados con las acusaciones y recules del dúo MCM-EGU, actúa como elemento difamador de la religión católica, valladar , a pesar de todo, de la politiquería de algunos obispos.
Valladar también ante los ataques contra nuestra herencia iberoamericana, que nos une desde la frontera con los Estados Unidos hasta la Tierra del Fuego; es decir, contra nuestra lengua y religión.
Sin embargo, intento ir al fondo. Comenzando entonces recordando que las iglesias católicas en nuestro país, ante la abrupta caídaa del monto de las limosnas, vieron una manera de resarcirse construyendo en los terrenos de las parroquias columbarios para alquilar o vender sitios para depositar las cenizas del familiar que seguramente estorban sobre el televisor.
Ojo de nuevo: los nichos son una solución a la dejadez de las municipalidades, que ni construyen cementerios ni licitan a privados, aparte de que enterrar un deudo muchas veces deja a familias enteras en la carraplana.
Sin embargo, hasta ahí no hay problema, salvo que la Ley Orgánica de Régimen Municipal (LORM), instrumento constitucional que rige y gobierna los municipios, es muy clara en cuanto a que en materia de cementerios quien manda es la Cámara Municipal y el alcalde. .
Por lo que conozco —y recuerden que soy juez de paz y hace tiempo que comienzo a recibir quejas emanadas por los acuerdos entre parroquias y ciudadanos—, cuando estos dejan de pagar el alquiler o las cuotas de compra de los nichos, sucede que los sacerdotes , con razón, sacan la caja donde reposan las cenizas del abuelito del mala paga y la depositan en el sótano… si lo hay…
Aquí, en el caso merideño, veo que los buitres de la "noticia" se ceban en el sacerdote, no en el presunto ingeniero tracalero, y menos aún en la ilegalidad de esos nichos que, sin embargo, se construyen y comercian a la vista. de todos.
Solución la hay, pero involucra a los vecinos más ávidos a defender al sacerdote oa los que lo acusan a reparar el problema.
Este es un caso típico donde alcaldes y concejales dedicados a la politiquería ponen en peligro la democracia.
Los primeros maulas, en este caso, son los concejales y el alcalde de Mérida y de cada municipio —en todos es igual—, quienes, en vez de atrincherarse y pelear con sus cofrades, deben legalizar ordenanzas donde se permita que la Iglesia construya lo que la Alcaldía no hace, retribuyendo al municipio con una pequeña porción del alquiler o de la venta como impuesto.
Aunque, antes que ellos, hay otros maulas, que son los ciudadanos que no les exigen a sus concejales preparar ordenanzas sobre el asunto.
Soy católico. Ojalá y el padre Danny Xavier Peña Dávila salga airoso de este señalamiento, que atrapen al colega ingeniero presunto tracalero y que, acicateados por los vecinos, los concejales y el alcalde trabajen… o que, en las próximas elecciones, los manden al basurero de la historia...
Domingo Alberto Rangel