Un mundo accesible | Toda adversidad representa una lección
03/10/2024.- Me sentí cansada de que mi vida fuese etiquetada, desde el punto de vista social, como segregada o marginada, incluso debido a una serie de problemas pedagógicos que estaban directamente vinculados con mi diversidad funcional (discapacidad).
Actualmente, soy médico en formación, escritora publicada, diseñadora gráfica y columnista. Justo en medio de esta discriminación, aprendí que el fracaso era más que necesario. Ante todo, entendí el concepto de vulnerabilidad humana. Descubrí que cuando me enfrentaba a mis más devastadoras derrotas, una nueva filosofía de vida se estaba asentando en mí.
De cierta forma, todo proceso tiene un porqué: todo ser humano es vulnerable. La negación suele ser lo mejor de un futuro provisorio y con frecuencia es aquello de lo que se valen las grandes mayorías. Sin embargo, tiene mucho más valía recordar la transitoriedad de nuestras existencias. Cuán rápido pasa la juventud. Ciertamente, es impresionante la inmediata con la que daremos nuestro último suspiro. Se trata, por lo tanto, de un asunto que no nos permite fantasear con respecto a las manijas del reloj. La honestidad, la verdad y la justicia aseguran nuestro propio beneficio.
La esperanza ha representado mi principal fortaleza. Aun así, las grandes mayorías procuran evitar el sufrimiento, algo que no siempre resulta posible en este mundo cada vez más globalizado. No soy más que una chica normal que padece una enfermedad rara (es decir, una enfermedad). En efecto, cuanto más voy conociendo el mundo, más claro me resulta, pese a los distintos padecimientos, que todos estamos en esa misma gran búsqueda filantrópica y amable.
A pesar de que mi sufrimiento no es precisamente la excepción en medio de las generalidades, he de confesar que apenas es natural. Es lo que subyace tras una barrera que les impide a las personas con diversidad funcional contar con la oportunidad suficiente para integrarse a la sociedad y alcanzar, como muchos, su máximo potencial.
Es más importante considerar la discapacidad como una complicada colección de condiciones diferentes, muchas de las cuales son víctimas de un atributo personal, cuales reos e inculpados por un carcelero capaz de privarte tanto de tu libertad de expresión como de tu libertad de pensamiento.
Un deber que tenemos para con nosotros mismos es dejar atrás el "costumbrismo". El hecho de que estemos acostumbrados a vivir de determinada manera no significa que no podamos consolidar una sociedad progresista. Apenas en el 2002, la Organización Mundial de la Salud (OMS) desarrolló la Clasificación Internacional del Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud, lo que representa un avance genuino para todos aquellos que, de una u otra forma, hemos querido derribar las barreras de la discapacidad.
Solo soy una chica relativamente recién llegada al mundo moderno. Debido a mi enfermedad, he aprendido a empatizar ya mantener un contacto mucho más cercano y bondadoso con la sociedad contemporánea. En lo que respeta a mi punto de vista, el cual no se expresa únicamente sobre las personas con discapacidad, considera que nada descansa sobre una verdad absoluta, ni siquiera sobre una idea original. Prefiero apostarle, más bien, al sentido común.
Aprendí que con ternura, ingenio e inspiración por aquellos que aclaman una mano amiga es más que suficiente para vivir con integridad, buenos valores morales, regocijo, plenitud y, finalmente, la liberación de todo nuestro potencial.
Angélica Esther Ramírez Gómez