Cívicamente | Con los niños no
Dónde estábamos cuando esas niñas y esas adolescentes vivían tan terribles circunstancias
3/11/22.- La reciente noticia de un hombre que violentaba sexualmente de forma continuada a cuatro niñas y dos adolescentes, sus nietas, creó conmoción social y muchas reacciones especialmente por redes sociales y surgió la campaña “Con los niños no” .
Todo esfuerzo e iniciativa que surja para promover la protección de los niños, niñas y adolescentes es plausible; sin embargo, es necesario más allá de una campaña de un día y por “tendencia” concienciar de manera permanente y ocuparnos cotidianamente de un tema tan importante como ese.
Mientras imágenes iban y venían por las redes sociales me preguntaba dónde estábamos cuando esas niñas y esas adolescentes vivían tan terribles circunstancias. Seguro entretenidos en la “tendencia del día” perdidos en las tantas distracciones de un mundo tan cerca de las declaraciones de derechos y tan lejos de su disfrute.
Nuestra legislación en materia de protección de la niñez y la adolescencia, partiendo de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, establece que el Estado, las familias y la sociedad son garantes de la protección integral de los niños, niñas y adolescentes, que entre otros derechos tienen el de ser protegidos y protegidas contra abuso y explotación sexual.
Entonces, ¿dónde estábamos como sociedad?, ¿dónde estamos? De pronto esperando otra noticia igual para conmocionarnos.
Donde estaba la familia, su madre, padre, representantes; sus vecinos; su comunidad organizada, su maestra, su escuela, que no advertimos en ellas su condición de víctimas.
Establece la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes que “las familias son responsables de forma prioritaria, inmediata e indeclinable, de asegurar a los niños, niñas y adolescentes el ejercicio y disfrute pleno y efectivo de sus derechos y garantías. El padre y la madre tienen deberes, responsabilidades y derechos compartidos, iguales e irrenunciables de criar, formar, educar, custodiar, vigilar, mantener y asistir material, moral y afectivamente a sus hijos e hijas”. En todo eso los acompaña el Estado y la sociedad.
Contenta saber que el delincuente ya está en manos de las autoridades competentes y recibirá un castigo, aunque desafortunadamente eso no quitará el daño psicológico de sus víctimas. Pueda que con el tiempo saber que hubo justicia las reconforte.
Para que la tríada de protección sea efectiva, oportuna y procure verdadera protección hay que superar lógicas que socialmente nos distancian, máximas que nos aparatan: “Mi hijo es mío y lo crío como me dé la gana” “Ese es su hijo y ellos verán” “No te metas en asuntos de familia ajena”. Con todas ellas nos excusamos para no hacer nada.
Los niños, niñas y adolescentes son sujetos de derechos, no objetos que pertenecen a sus padres y representantes de quienes a veces hay que salvar.
Estos desafortunados casos solo se cuentan en las vidas de niños, niñas y adolescentes abandonados, desprotegidos.
Procuremos estar siempre para que otra noticia igual no nos consterne de nuevo.
Carlos Manrrique