Letra fría | Mi adorada Lutecia Adam
26/10/2024.- Lutecia es tan divina que su partida no significa tristeza, ni luto, ni llanto de luna, ni nada de esas vainas que sobrevienen con la muerte, porque Lutecia no morirá jamás. En ella ocurre un fenómeno que logró con tanta buena vibra durante su larga vida; allí lo que ocurrió fue un paso imperceptible de una dimensión a otra. No he hablado con su hija Henriette y no estoy al tanto de los detalles, pero conociendo a mi hermosa amiga, ella se acostó esa noche y, cuando vino a ver, despertó en la dimensión eterna, dejándonos el cuerpito ahí, como su último acto afectuoso. Aquel espíritu superior —que correteó de sus alrededores el cáncer a punta de hierbas y sortilegios, con un alma llena de bondades y bellezas—, creo que no se murió. Ella se mudó, como me decía nuestro amigo Facundo Cabral.
Mi adorada Lutecia es para mí una pariente integral: es hermana, tía, madre, abuela, y sobre todo una amiga espectacular. Alguna vez escribí:
Lutecia fue la alcahueta de los revolucionarios, incluídome; la única adeca que he amado sinceramente, porque Lutecia es el amor más grande que pintara Aquiles Nazoa: Lutecia es la amistad como el invento más bello del hombre. Lutecia es la merma; ella se dispara en los corazones y llega al infinito; ella es la luna, el sol y las estrellas; ella sola es un firmamento de amor. Lo peor es que cuando lea esta vaina, me va a decir: "¿De quién estás enamorado, HM, que estás practicando conmigo tanto amor?". Ja, ja, ja… Lutecia Adam es la reunión de todos nuestros cariños en uno solo. Lutecia para mí es como Maracaibo y Caracas a la vez. Lutecia resume el amor. Lutecia es una loca bella que nos ama. Lutecia es el amor andante.
Después de eso, me escribió Henriette:
Lutecia se vino en carcajadas y me pidió que te escribiera y te agradeciera tu generosidad en piropos. Los piropos nunca están de más y le dan un frescor al ego que hasta rejuvenece (¿o el ego es eternamente juvenil, no tienen edad, o cómo será la cosa?). Ella está muy bien de salud y de vida. La verdad, somos dos guerreras haciendo magia en esta locura de civilización en caída libre.
Lutecia Adam, hija de míster Adam, un ingeniero francés, nació en oriente y desde muy joven estuvo vinculada a la lucha social contra Pérez Jiménez, y al movimiento cultural buena parte de su vida, hasta que un cáncer la puso contra las cuerdas. Lo venció a punta de hierbas —sus hallacas vegetarianas eran "sensa"— como naturista militante y autora de libros memorables de laboratorios de la naturaleza.
La última vez la vi con su hija Henriette, unos ocho años ha, en un restaurante en Mérida. Yo andaba con una joven amiga. Ante el piropo de verme jovencito, le hice la seña de Aquiles Báez, con la lengua "protuberando" mi cachete izquierdo, indicando, sin decir, que yo tenía 61 y la carajita 28, ja, ja, ja. Ella se reía con el cariño de siempre. Allí compartimos un par de cervezas en lo que fue el episodio más lindo de mi vida. Quedamos en visitarla al día siguiente, pero, por problemas de comunicación telefónica, no se nos dio. A los días, recibí este mensaje de Henriette, titulado "Conjuro de Lutecia": "De parte de mi mamá: que si la vuelves a dejar con los crespos hechos, ¡te va a agarrar con estos guantes de boxeo que acaba de bordar y te va a convertir en una flor de plástico!!!". Ja, ja, ja, ¡Cómo no se puede amar a una persona así!
Luego, en otro correo:
Qué loco ese encuentro del que hablas. Eso fue hace como cuatro años. Que el escenario sea un bar le da un toque muy sugestivo a la narración de un hecho absolutamente zanahoria y ocurrido a eso de las dos de la tarde en la provinciana Ciudad de los Caballeros. Le imprime a tu evocación un no sé qué bohemio que, en estos tiempos de obligada abstención, puede despertar en tus lectores fatales nostalgias, morboso reconcomio o asombro moralino, por la faceta non sancta de mi progenitora.
A raíz de la muerte de Aquiles Nazoa el 25 de abril de 1976, surgió la idea de rendirle un homenaje en Barquisimeto, en lo que decidimos llamar Movimiento de los Poderes Creadores del Pueblo Aquiles Nazoa. Se nombró un comité organizador en el cual participaron María Laprea, viuda de Aquiles, su hermano Aníbal y María Lucía, Fruto Vivas, Lutecia, el profesor Sergio Briceño, entre otros, y este que está aquí, que era el carajito de la partida —tenía 23 años—, en representación del Frente Cultural de Letras. Participar en esas reuniones con esos gigantes de la cultura y amigos de Aquiles fue una experiencia inolvidable.
En plena pandemia escribió —el 15 de mayo de 2020, día de San Isidro Labrador, patrón de la esperanza— "Una corona para la paz", cuyo final calza perfecto con lo que venimos hablando y de su claro concepto de la vida: "Más allá del dinero, de la fama, del éxito, es la vida lo que debemos amar y cuidar como a una rosa extraña que cayó en nuestro jardín".
¡Te amaremos por siempre, Lutecia Adam!
Humberto Márquez