Punto de quiebre | Opositores impusieron su "verdad"

Durante dos días de silencio oficial

30/10/2024.- Un líder opositor había desaparecido en Apure y en las redes se afirmaba que había sido detenido por las autoridades. Dos días después apareció en un costado de la carretera y se determinó que había chocado su moto contra un árbol.

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Apenas se supo que Wiston había desaparecido, convocaron a una reunión del comando táctico-estratégico, que es la instancia que decide el tipo de denuncias que van a impulsar (o se van a inventar), el alcance, si se trata de alguna denuncia interna o si será elevada a instancias internacionales y, sobre todo, la manera como van a desplegar la denuncia.

En la reunión participaron dos familiares del dirigente opositor extraviado, pero estos dijeron no saber nada y, además, pidieron que sus nombres no fuesen revelados, porque había otros integrantes de la familia que no estaban de acuerdo en hacer un escándalo por las redes y se habían ido para la policía a denunciar la desaparición.

Estuvieron casi tres horas analizando el problema. Ellos pensaban que Wiston pudiese haber sido detenido e incomunicado por la policía, porque era militante activo del partido Voluntad Popular en Apure y había dado fuertes declaraciones públicas en contra del gobierno. También manejaron la posibilidad de que hubiese sido secuestrado por la guerrilla colombiana, que allí, en esa población de El Piñal, en el estado Apure, era muy activa e incluso se mezclaba y se confundía con los habitantes venezolanos. Igualito estaban dispuestos a no mencionar nada de aquello. Ellos habían fabricado su propia verdad: el gobierno era el que lo tenía, y en eso era que había que concentrarse y trabajar en lo sucesivo.

La denuncia fue recibida en la sede el Cicpc. La familia solo sabía que la última vez que lo vieron, salió en su motocicleta. Los funcionarios indicaron a la familia que había que esperar 72 horas porque era lo que establecía el protocolo cuando se trataba de desaparición. En el pasado hubo infinidad de casos de personas que supuestamente desaparecían y todos temían que les hubiese pasado algo, y luego aparecían al día siguiente, con su cara bien lavada. Resulta que andaban en una fiesta, un romance o simplemente una parranda con sus amigos o amigas.

Sin embargo, los agentes policiales se quedaron preocupados porque sabían que iba a ser un caso difícil, sobre todo porque la persona desaparecida no era un hombre de parrandas, sino un político muy conocido en la región. Decidieron comunicarse con sus superiores en Caracas, a quienes les propusieron dar una rueda de prensa y anunciar la desaparición del dirigente, informar que habían designado una brigada especial para buscarlo y que no iban a descansar hasta hallarlo. Un superior les dijo que no, que no hicieran nada, que había que esperar órdenes de más arriba y que lo que sí podían hacer era iniciar las pesquisas sin esperar las 72 horas, pero en silencio.

Ese mismo día, en la tarde, todas las redes sociales estallaron con el anuncio de que agentes de seguridad del gobierno habían secuestrado al político opositor, se lo habían llevado con destino desconocido y se lo estaban negando a sus familiares, tanto en la Dgcim como en el Sebin, por lo que temían que le hubiese pasado algo malo.

Pese a ser inventada, y no haber mostrado una sola prueba, la noticia del secuestro se hizo viral y se convirtió en tendencia (así funcionan las redes; la verdad importa poco). Se hablaba de que había testigos que presenciaron la detención, pero, por supuesto, eran testigos anónimos, invisibles, sin rostro ni nombres.

Siguiendo el libreto, todos los dirigentes políticos, incluidos Edmundo González, la señora María Corina Machado y el tristemente recordado Leopoldo López, comenzaron a pronunciarse y a exigirle al gobierno respeto por la vida del líder opositor del estado Apure. Parlamentarios, partidos y dirigentes políticos de la derecha de varios países enviaron comunicados públicos exigiendo la libertad del detenido y el respeto de sus derechos fundamentales. Fue una operación de laboratorio, construida con pinzas, donde los influencers de la muerte se dieron banquete. Todo estaba calculado: si después aparecía con vida, pues simplemente dirían que el gobierno lo liberó gracias a la presión; y si aparecía muerto, dirían que al gobierno se le pasó la mano y lo asesinaron.

El escándalo duró dos días y un poquito más, tanto en Venezuela como en varios países como España, Colombia, Estados Unidos y Argentina. Las páginas web parecían tener orgasmos e incluso ya hablaban de crimen de lesa humanidad.

Al mediodía del pasado viernes, pobladores avisaron a la policía acerca de la existencia de un cadáver en una zona boscosa, adyacente a la carretera. De inmediato se corrió la voz de que se trataba del líder opositor Edwin Santos.

Una vez más, la policía guardó silencio en el momento oportuno mientras esas horas de ausencia eran ocupadas por las hordas mediáticas opositoras para imponer la tesis de que el líder de Voluntad Popular, secuestrado por las autoridades policiales, había sido hallado muerto en el monte y que el cuerpo presentaba signos de tortura y cinco balazos. Lograron afianzar la tesis del gobierno criminal y una vez más fueron tendencia.

No fue sino hasta el día siguiente cuando el Cicpc emitió un comunicado en el que reseñó el hallazgo de un cadáver, en avanzado estado de descomposición, en la vía que conduce hacia la población de El Nula, donde laboraba la víctima, a quien se encontró con todas sus pertenencias y su teléfono celular.

Refirieron que cerca del cadáver fue hallada su motocicleta Empire Keeway, modelo Owen, placas AC4M70F, la cual presentaba un fuerte impacto en la región frontal, los dos neumáticos espichados, signos de fracturas en las tapas laterales y otros múltiples daños. Además, se detectó un árbol de la zona, muy cerca del cadáver y de la motocicleta, con numerosos golpes en su corteza, señales de que había sido impactado.

El cadáver fue trasladado hasta la medicatura forense. No presentaba ningún disparo, como había asegurado la oposición por las redes sociales, sino fractura de cráneo, traumatismo facial, fractura en la pierna izquierda y heridas contusas en el mentón.

Ni el partido Voluntad Popular, que había acusado directamente al Sebin del secuestro de Edwin Santos, ni el líder del partido, Leopoldo López, ni María Corina, ni Edmundo González, ni los influencers, ni los tuiteros, ni nadie, se retractaron de cuanto habían dicho e inventado en las redes. Tan solo guardaron silencio y se prepararon para el próximo show. Siempre actúan de esa manera. La irresponsabilidad es su norte. La ética luce abandonada en alguna gaveta sin fondo. El fin justifica los medios.

 

Wilmer Poleo Zerpa


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