Araña feminista | La silenciosa y letal violencia psicológica

La rueda del poder y del control

Hace 10 años que milito en las filas del feminismo. Llegué a esta lucha de casualidad, empujada por mi trabajo. Yo no había identificado las múltiples formas de violencia machista que había vivido, pero me inscribí en cuanto curso había sobre el tema y en ellos me fui dando cuenta, fui identificando las violencias sufridas, las fui sacando a la luz y las fui llorando con todo el dolor que estaba guardado en esos tristes recuerdos. 

Pensé que ya nunca volvería a sufrir de ese modo porque ya sabía identificarlas, pero es tan fácil montarse en La rueda del poder y del control (1) y darse cuenta por qué las cosas que él te hace y dice no son pequeñeces sin importancia y "no vale la pena discutir por eso". Esas pequeñas críticas sobre ti y tus habilidades nos van haciendo perder, poco a poco, nuestro poder, cediéndole el control a ellos sobre nosotras. 

Comienza con cosas cotidianas como decirte: “Eso no se hace así” y entonces te enseña cómo se cortan los vegetales, cómo se pone la tabla y cuál cuchillo usar. No te lo dice, pero se sobreentiende que está pensado: "Tú no sabes hacer nada, eres una bruta". Un día se queja de cómo huele la casa y te enseña cómo se limpia el piso. Él sabe cómo se hace todo mejor. Así tú te vas sintiendo cada día más ignorante, inútil y avergonzada. No dices nada porque te da miedo que te deje o te golpee, tal vez te grita o se te encima y te quedas callada. 

De vez en cuando le preguntas cómo se hace algo porque ya no tienes confianza en tus saberes, tienes miedo de equivocarte y ser objeto de sus críticas y ataques de ira. Poco a poco vas perdiendo autoestima y él va ganando poder y control sobre ti, ejerciendo violencia psicológica. 

Al mismo tiempo te manipula con su cariño, de vez en cuando te abraza, te besa o te hace el amor muy rico. Aunque también en ese espacio íntimo te dice cosas que te avergüenzan y duelen como, por ejemplo, que deberías afeitarte pues tienes demasiado vello o que no hueles bien o que estás muy gorda.

Tal vez te defiendas, pero tus argumentos siempre son insuficientes para convencerlo y terminas cediendo para no seguir discutiendo "por tonterías".

Critica también a tu familia y amigas, todas son chismosas, aprovechadoras y cizañeras. Logra alejarte de ellas y ellos, aislándote para poder controlarte mejor. Y así cada vez más, en todos los aspectos de la vida cotidiana, él se va apropiando del control sobre ti y sobre tu vida. 

Nosotras creemos estar enamoradas, pero en realidad estamos obligadas por "mandatos patriarcales" que han establecido nuestro deber de soportar y perdonar todo. Esos "mandatos" son conductas que nos enseñan en nuestra casa, en la escuela, la telenovela, el cine, la radio y toda la industria capitalista. Crees que no eres nadie sin un hombre, que no vales sin hijos y marido, que por el bien de la familia debes aguantar y perdonar todo. 

Las mujeres que vivimos esta violencia tenemos que trabajar mucho en nosotras mismas para valorarnos, amarnos, respetarnos y aceptarnos como somos. Bajarnos de la rueda implica un trabajo duro y doloroso, pero indispensable para nosotras mismas, con nuestra autoestima, autorrespeto y autoaceptación.

Merecemos una vida libre de violencia, somos mujeres valiosas con cualidades y saberes; merecemos ser queridas, respetadas y valoradas.

(1) Este modelo fue creado por el Proyecto de Intervención Contra la Violencia Doméstica en 1980 para la reforma del sistema penal de Duluth, Minnesota.


Mollie Jacinta Aguirre Bermúdez

 


Noticias Relacionadas