Punto de quiebre | Sabía que llevaba las de perder
Ella luchó por su vida hasta el final
22/11/22.- Fueron muchas las peleas en las que ella participó en su época de niña y adolescente, y eran peleas que libraba sin importarle el género del rival.
Geraldine sabía que no las tenía todas consigo y estaba decidida a jugarse el todo por el todo. La hermosa mujer no conocía el miedo y eso lo sacó de su abuelo materno que, dicen en el pueblo, le daba cabezazos a las mulas para hacerlas caminar y se liaba a golpes con el más pintao.
Fueron muchas las peleas en las que ella participó en su época de niña y adolescente, y eran peleas que libraba sin importarle el género de la persona que le estuviese buscando pleitos o le hubiese quitado algo.
“¡Déjate de estar en esas peleaderas todos los santos días del mundo, muchacha el carrizo!, que en el pueblo van a terminar diciendo que eres una marimacha y te agarras hasta con los machos, buscando que te agarren una teta o te agarren la cuchara”, le decía su madre a manera de regaño cuando la veía llegar toda llenita de tierra, despeinada y con los cachetes colorados como un tomate.
Pero su padre, que le había dado varias lecciones de defensa personal, salía en su defensa de inmediato. “Qué vaina es la qué, mujer, déjate de estarme regañando a la muchacha. ¿Y qué es lo que quieres tú, que se deje joder con todo el mundo? Pues no, mi muchacha no se va a dejar tocar ni un pelo y si el que le está buscando vainas es más grande o son varios, ya le dije que buscara un palo y les cayera a palazos o si no, que les cayera a peñonazos. Y después que vengan los papás a reclamarme a mí para joderlos bien jodidos”.
La emboscada
Pero en esta ocasión, Geraldine sabía que no tenía mucho chance, primero porque eran tres los hombres que le salieron al paso, segundo porque los tres eran acuerpados (se ve que se la pasaban haciendo ejercicios o cargando arena en el pueblo) y tercero, porque ya ella no era una muchacha como aquella en su época adolescente, sino que ahora tenía 37 años y esos 37 años le pesaban y mucho. En cambio, sus tres victimarios eran muy jóvenes y el mayor no debía pasar de los 25 años.
La sorprendieron cuando iba para su casa y atravesaba el Pasaje Aragua del sector Pedro Zaraza, en la capital San Juan de Los Morros del estado Guárico.
Lo único que tenía a su favor era su experiencia de más de cien combates callejeros y que los tres hombres estaban bastante pasados de tragos. Decidió esperar el mejor momento y tratar de que se confiaran. “Ya va chamo, tranquilos, no se me pongan violentos, yo les voy a dar lo que ustedes quieran, pero no me vayan a hacer nada”, les dijo.
Uno de los hombres le dijo que se metiera para la casa y ella lo hizo, los tres hombres fueron tras ella. Uno llevaba la botella de licor en la mano. Le ordenaron que se quitara toda la ropa. Ella miró para todos lados. “No pensarán violarme”, les dijo, pero recibió como respuesta una bofetada. Otro de los muchachos la jamaqueó y la levantó del mueble donde había caído y le repitieron la orden de quitarse la ropa.
Una pelea desigual
Geraldine dejaba caer las lágrimas de pura impotencia. Decidió que había llegado el momento y sin pensarlo dos veces lanzó una brutal patada contra los testículos del que la había abofeteado y una andanada de golpes contra el que tenía del lado derecho, pero de pronto sintió que miles de pedazos de vidrio se regaban por toda la habitación, mientras su cabeza parecía estallar a causa del botellazo que le había asestado del tercer hombre. Sus rizos amarillos comenzaron a teñirse de licor y sangre, y esa fue su perdición. Los tres hombres la golpeaban como salvajes al tiempo que la despojaban de sus ropas. Estaban como fuera de sí… y le mordían los senos, y los muslos y las nalgas y se reían y trataban de levantarse sus miembros con intenciones de ultrajarla, pero sus miembros viriles no les respondieron y, como se percataron que la infortunada Geraldine estaba inerte, se asustaron y decidieron irse y la dejaron sola en medio de la sala de aquella casucha.
Y allí quedó hasta un día después, que era domingo, cuando unos niños que jugaban cerca de la casa esa mañana y entraron y descubrieron el cuerpo sin vida. A los pocos minutos toda la zona estaba llena de policías.
Tras las investigaciones efectuadas por los agentes del CICPC fueron detenidos los tres homicidas, quienes fueron puestos a las órdenes de las fiscalías 12 y 19 del Ministerio Público.
Fueron identificados como Luis Alfredo Bolívar Today, de 26 años de edad; y Jahdiel José Pérez Albián de 22 años. El tercero es un adolescente de 17 años.
Wilmer Poleo Zerpa