Psicosoma | Hormona de la felicidad
01/04/2025.- Amar, desamar, llorar, reír, sentir dolor y gritar nuestros miedos y rabias son momentos que hemos pasado y vuelto a repetir. Nunca hay despedidas, y los conflictos en las interacciones sociales son parte del proceso de ser un ser humano. Creer que la vida en pareja es color de rosa, sin confrontaciones, es un mito, como creer que nuestra aspiración es la felicidad. Tomemos por ejemplo a las parejas que se abocan a comprar y acumular "corotos" o "chuches" mientras posponen la maternidad, como si comprar o experimentar sensaciones cada fin de semana, o caer en una introspección aislada del mundo, fuera la felicidad.
A fuerza de "psicología positiva" se ha cercenado la capacidad creativa y lúdica para sentir culpa, miedo o vergüenza ante sentimientos de malestar, porque nos empeñamos en mostrar una "carita feliz", y escondemos las emociones.
Se evitan los conflictos y el ocio. El tiempo se nos pasa en busca de esa felicidad, creyendo que se puede adquirir cuando, en realidad, se trata de un estado de momentos posibles en el día a día, cuando el cerebro libera oxitocina, una sustancia química descubierta por Giacomo Rizzolatti.
La hormona de la oxitocina tiene un papel fundamental en el nacimiento, el parto y la lactancia. Es la hormona encargada de la expulsión del bebé y, por otra parte, de la subida de la leche durante el puerperio. Sabemos que esta hormona contribuye como base de dos fenómenos primordiales de la vida emocional: la confianza y la empatía. Por lo tanto, es una herramienta clave en las relaciones sociales y en la manera en que interactuamos con otros.
Ser amable y comunicarse de forma positiva activa la oxitocina, lo que tiene efectos maravillosos en el organismo: disminuye la sensación de ansiedad, es un protector del corazón e incluso sabemos que baja los niveles de colesterol.
Cuando los niveles de oxitocina se elevan por encima de lo normal, las emociones de las personas, como el amor, la empatía y la compasión, son más intensas. Incluso se ha observado que, en esos casos, con esta hormona "por las nubes" resulta más difícil mantenerse resentido o enfadado. Cuando la oxitocina está elevada, la amígdala del cerebro, zona encargada del miedo, se desactiva; por lo tanto, la ansiedad, la angustia, las obsesiones y los pensamientos negativos disminuyen en intensidad.
Rosa Anca