Historia viva | La tragedia arancelaria en EE. UU.

09/04/2025.- No es de extrañar que la guerra económica desatada contra el mundo por Donald Trump tenga detrás varios tanques pensantes —diría un amigo mío "una cuerda de locos"— a los que poco les importan las consecuencias desastrosas para el mismo pueblo norteamericano, que recibirá en poco tiempo la inflación más alta de la historia y el desempleo en súbita alza vertical. Hay que mencionar también los impactos negativos en economías locales que han entregado su soberanía con el otorgamiento de ventajas descaradas a empresas norteamericanas, como es el caso de Guyana, que ahora tiene que someterse a aranceles del 38% mientras recibe, de manera humillante, regalías de la ExxonMobil del 2%.

Las muestras de la percepción de riesgos que el pueblo norteamericano está revelando se expresan en la reducción de gastos cotidianos como la baja del consumo en restaurantes, vacaciones o viajes de recreación; incluso, en el consumo de alcohol, una mala noticia para los países europeos exportadores de vinos.

La prevención ante la recesión en puertas ha hecho que los gastos por educación se reduzcan y que la población estudiantil, especialmente la universitaria, se comprima a niveles históricos. Lo mismo ha ocurrido con el consumo de medicinas y otros servicios de salud.

Un reporte de The Washington Post señala que los recortes en el presupuesto familiar no solo se están observando en sectores de clase media o pobre, sino también en familias pudientes, al reducir gastos de salidas a restaurantes de lujo, compras de joyas, tratamientos cosméticos costosos y hasta cirugías plásticas y viajes exclusivos. Tales cambios tienen preocupados a estos sectores del mercado norteamericano, que siempre han contado con los gastos onerosos de los ricos.

Los coletazos de los aranceles darán un golpe a las compras de productos alimenticios que no se producen en ese país y que son importados por Estados Unidos. Es el caso de la compra de musáceas (cambures y plátanos), que se ausentarán de los anaqueles o sencillamente se pudrirán ante la baja demanda de esos productos en razón de las alzas de sus precios y los recortes de gastos de los consumidores.

El mismo diario norteamericano hizo un test público con sus lectores y algunos comentarios indicaron lo siguiente:

[Como] respuesta a la incertidumbre económica y a la posible imposición de nuevos aranceles bajo la presidencia de Trump, muchos comentaristas (sic) expresan cambios significativos en sus hábitos de gastos. Informan haber recortado compras no esenciales y pospuesto desembolsos importantes, como reformas del hogar o la compra de un coche.

Incluso, los hogares más ricos están recortando gastos extras como cirugías plásticas, comidas en restaurantes y viajes.

Con las medidas coercitivas a la venta de petróleo venezolano, el mercado norteamericano tendrá que buscar otras fuentes más lejanas y costosas para suplir a los consumidores del sur y este de Estados Unidos, lo que les incrementará el precio del combustible y a su vez impactará en otros renglones del sistema de transporte y comercialización de bienes.

Sin embargo, no solo es el impacto en la economía norteamericana. Algunas economías que tradicionalmente exportan y se sostienen en industrias como la del vino europeo se verán afectadas por la disminución del consumo de sus productos, dados los recortes previstos por los consumidores norteamericanos.

El Observatorio Español del Mercado del Vino destacó en un informe reciente que la exportación de vino ibérico repuntó en diciembre de 2024: "Estados Unidos importó 1 mil 226,5 millones de litros de vino, por un valor de 6 mil 789,9 millones de dólares. Esto representa un aumento de 0,1% en volumen y 1,6% en valor respecto a 2023". En razón de las medidas arancelarias, la previsión de la reducción de importación de este producto a Estados Unidos genera incertidumbre cuando el presidente Trump anunció un arancel para bebidas alcohólicas del 200%. Las alarmas se encendieron en España, Italia y Francia, aunque el estilo amenazante del jefe de la Casa Blanca ha dejado en una pausa intrigante la mencionada medida.

Estados Unidos importa vinos de cerca de 73 países, pero Francia exporta la mayor cantidad de botellas a ese país, lo que representa 2 mil 506,3 millones de dólares. Desde los años sesenta, empresas norteamericanas han tratado de imitar el vino francés, desarrollando viñedos al norte de California, Oregón y el estado de Washington, pero la calidad no ha podido ser superada.

Mientras Trump, incapaz de articular un pensamiento económico coherente, ha dependido de asesores fanáticos impositivos como Peter Kent Navarro y los tanques pensantes de la Fundación Heritage para defender la tragedia arancelaria y sus consecuencias, ha tratado de calmar la fiebre alta que muestran los índices bursátiles. Aun así, el que al final pagará las consecuencias más drásticas de la imposición de aranceles será el pueblo norteamericano.

 

Aldemaro Barrios Romero


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