"De qué sonora manera" se nos adentró Pablo Milanés
Es grande la música del cantor cubano, sobresaliente integrante de la Nueva Trova
27/11/22.- Varias camadas de revolucionarios latinoamericanos consiguieron el prodigio de fusionar sus emociones más íntimas con el espíritu colectivista del socialismo a través de la música de grandes cantores cubanos, integrantes de la Nueva Trova, entre quienes sobresalió (tarea realmente difícil, dada la calidad de todos) el gigante Pablo Milanés.
Las voces y las notas de estos grandes artistas, especialmente el “querido Pablo” y Silvio Rodríguez fueron, como lo dijo el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, la banda sonora de nuestras generaciones.
Milanés consiguió una conjunción difícil de lograr, que tal vez pueda resumirse en los atributos que le reconoce a su amada en el tema El breve espacio en que no estás, pero en este caso aplicables a su música: “puede ser violenta, tierna, no habla de uniones eternas, mas se entrega cual si hubiera solo un día para amar”.
Este titán de la Nueva Trova supo encontrar (sigamos parafraseándolo) la canción que comprometía su pensar, y el de muchos de esos que no necesariamente querían pasarse la vida en reuniones partidistas o leyendo pesados textos doctrinarios. Su mensaje tenía todo lo bello de las letras calificables como románticas (“sin reparar en formas tales”), pero con la huella profunda del ideal político, de la lucha diaria por las quimeras y la persecución de las utopías.
Es la pareja humana, con sus relatos universales y eternos, los mismos que han motivado las grandes tragedias e historias de amor, pero en el contexto inequívoco de una sociedad inconforme, que busca nuevos horizontes.
Pablo era el hombre que, guitarra en mano, con la miel de su voz, salía a enamorar a su dama, pero se encontraba muy lejos del estereotipo de la estrella farandulera, y muy cerca, en cambio, del muchacho común y corriente de Cuba y, por extensión, de toda Latinoamérica. Recuerdo a la animadora Isa Dobles (que lo trajo varias veces a su programa de televisión), afirmando, casi derretida de amor, que al oír la que probablemente sea la canción más conocida de Milanés, “todas las mujeres quisiéramos llamarnos Yolanda”.
En algunos de sus otros grandes temas emergió ese conflicto que sacudió a las uniones conyugales signadas por la lucha política y por la intelectualidad, que a veces olvidaban el punto de partida: la carne y el deseo, “Y ahora ves lo que pasó / al fin nació / al pasar de los años, el tremendo cansancio / que provocó ya en ti”. Puede decirse que, en ese sentido de banda sonora, fueron muchas las parejas que se enamoraron con Yolanda y se separaron con Para vivir.
Con esa misma dulzura, con ese mismo dramatismo inherente a las relaciones personales, Pablo cantó los grandes momentos (venturosos y trágicos) de Nuestra América. Por ejemplo, relató la barbarie del golpe de Estado contra Salvador Allende, con una inocultable tristeza e indignación, pero sin dejar que la derrota tomase posesión del futuro. En Yo pisaré las calles nuevamente, la rebeldía de un pueblo acribillado y torturado se reivindica en el llanto de la guitarra y en los insumisos bemoles de su voz.
Ahora que Milanés se ha marchado, lo oímos cantar una vez más cómo es que el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos. “Vamos viviendo, viendo las horas que van muriendo / Las viejas discusiones se van perdiendo entre las razones / A todo dices que sí, a nada digo que no para poder construir / la terrible armonía que pone viejos los corazones”.
La fusión del amor con el activismo político surge a cada paso en sus temas. “Yo te miro cual canción / que inspira una revolución / tú me ves como una flor / que al conjugar, llego pensar / la maravilla que he echado a andar, y poderte amar”.
Con las melodías de Milanés, muchos latinoamericanos de izquierda en aquellos duros años, aprendimos a amar a Cuba, ejemplo de verticalidad y de desparpajo ante la arrogancia imperial. Sutilmente, el cantautor declaraba su intención de quedarse por siempre en su patria, una determinación que flaquearía tal vez en sus años finales, pero que marcó una larga época. “Amo esta isla / soy del Caribe / Jamás podría pisar tierra firme / porque me inhibe”.
Numerosos venezolanos atesoran recuerdos de encuentros con Milanés, quien estuvo siempre lejos de esas actitudes de divo que caracterizan a algunos artistas. Una de las tantas Yolanda que se sintieron felices por llevar ese nombre, la cantautora zuliana Yolanda Delgado, escribió en su cuenta de Instagram, junto a una hermosa fotografía: “La amistad con Milanés ha estado siempre en mi vida. Desde que me aprendí La Vida no vale nada en mi adolescencia de hallazgos”.
Delgado afirma que “Milanés se destaca por ser la voz más luminosa de la Trova. Su voz atenorada, de manejo impecable, llegaba a unos graves que mostraban la amplitud de un registro pleno, con timbre personalísimo e inigualable. Su pluma lo acerca a la poética latinoamericana, directa, expresiva, comprometida: idea, identidad, memoria, mensaje, amor, despecho, agradecimiento, pesar... Pero cubano siempre, su melodía y cadencia brindan las más bellas canciones de amor y combate, legado para la historia de uno de los grandes de la Nueva Trova Cubana”.
El ministro de Cultura de Cuba, Elpidio Alonso Grau, expresó: “No hay palabras que puedan expresar la enormidad de la pérdida que representa la muerte de Pablo Milanés para la cultura cubana. Su legado poético y musical es inmortal”.
La hija y heredera musical de Pablo, Haydee Milanés, coincidió en que faltan recursos verbales para “para agradecerles los bellos y sinceros gestos de amor hacia mi padre. A todo su pueblo y su gente que hoy lo llora, quiero decirles que todo el amor que sienten por él, es el mismo amor que él sentía por ustedes”.
Le cantó al amor hasta el final
Pablo Milanés sufrió de ese problema que tienen los grandes: el público siempre quería escuchar los éxitos que cosechó a lo largo de los primeros años de su carrera, en detrimento de sus creaciones más recientes.
A pesar de ello, se mantuvo componiendo y cantando, incluso cuando ya luchaba con todas sus fuerzas contra el cáncer.
Fiel a su obra, el extraordinario músico siguió cantándole esencialmente al amor, a la pareja, a esas emociones que nos cambian la vida. Y esas bellas canciones no tienen nada que envidiarles a los clásicos de su repertorio.
Uno de esos temas de la zafra más reciente lleva un nombre que ahora resulta muy significativo: Cual si fuera a morir esta mañana. Es de un erotismo maduro y conmovedor. La letra bien puede funcionar como un epitafio sonoro para quien se bebió la vida hasta el último sorbo:
“Todo mi cuerpo cae lentamente / sobre tu cuerpo dulce que me espera, / y hacemos el amor por vez primera, / antes que mi alma dicte que me ausente. / Te recorro desesperadamente, / cual si fuera a morir esta mañana, / y esos dulces efluvios que derramas / me prolongan la vida eternamente. / Nada se muere cuando tú lo tocas, / todo revive al presentir tu aliento, / como pájaros blancos en tu boca. / Los dos corremos a vencer el tiempo /en la concupiscencia más hermosa, / que se hace indetenible como el viento”.
CLODOVALDO HERNÁNDEZ / CIUDAD CCS