Caraqueñidad | El Universitario cumple años los 25 de noviembre
Solera deportiva, cultural, política e histórica
28/11/22.- Las efemérides deportivas de este glorioso país indican que cada 25 de noviembre se debe hacer referencia a la inauguración protocolar, y política, del majestuoso estadio Universitario de Caracas, donde días más tarde se inauguraría la III edición de los Juegos Bolivarianos de 1951, en medio de grandes expectativas por la medalla de oro en beisbol, quizás inspirados en la gesta mundialista lograda en La Habana, Cuba, justamente 10 años antes.
Aun con el ambiente enrarecido por el magnicidio de Carlos Delgado Chalbaud el 13 de noviembre un año antes, el civil Germán Suárez Flamerich, líder de la Junta de Gobierno en compañía de sus contertulios del poder, Luis Llovera Páez y Marcos Pérez Jiménez, declaró formalmente inaugurada esa maravilla arquitectónica producto del ingenio de don Carlos Raúl Villanueva, creador de la entonces vanguardista Ciudad Universitaria, que 50 años más tarde fue declarada Patrimonio Arquitectónico de la Humanidad por la Unesco, el 2 de diciembre de 2001.
Bien por el deporte
“Superado el grave suceso gracias a la serena conducta gubernamental y al unánime repudio colectivo, la Nación restableció el ritmo de su actividad sin dar señales de desaliento y sin que en su seno encontraran eco la prédica pesimista ni los vanos intentos de los especuladores de la adversidad”, había dicho Suárez Flamerich en su discurso de inicio de tan variopinto año; palabras de mayor resonancia que la reiterativa verborrea inaugural de aquel 25 de noviembre, en el que además de estrenar el estadio Universitario, veían luz el Olímpico, el Gimnasio Techado –La Cachucha, en clara alusión a su geometría y al poderío militar de la época– y el Velódromo Teo Capriles de La Vega. Ah, y ya estaba en proyecto el hipódromo La Rinconada. Bien por el deporte.
No obstante, faltaban algunos detalles de orden logístico, que fueron corregidos y llegaron a feliz término –sin derecho a pataleo ni retraso posible–, para correr el telón del compromiso Bolivariano.
La ceremonia inaugural fue puntual según lo pautado: el 5 de diciembre de 1951, en el estadio Olímpico (fútbol) –hermano de nacimiento del Universitario (beisbol)– se dio la bienvenida a las delegaciones de Perú, Panamá, Colombia, Ecuador y Bolivia. La llama olímpica debió encenderse en el moderno pebetero creado por el escultor capitalino, Alejandro Colina: la original María Lionza, enclavada entre ambos estadios en una Caracas con las autopistas en plena construcción. Luego sería mudada al sitio en el cual logró veneración, esa a la que hace referencia Rubén Blades en su famosa pieza de salsa. Hoy, remozada, reposa en Yaracuy, tierra originaria de su influyente leyenda.
Varios ambientes
Las restricciones de aquella dictadura producían un trago amargo que era amainado con cultura y deporte. Por el mundo sonaban los nombres de, entre otros, Alfredo Sadel, del aún novillero César Girón y de Alfonso “Chico” Carrasquel, cuyo debut en el Juego de Estrellas de las Grandes Ligas de ese año –primer latinoamericano en lograr la hazaña–, fue opacado por la lamentable noticia de la muerte de Oscar Calles, ídolo del boxeo criollo e internacional.
Esa madrugada del 10 de julio de 1951, en la arepera Día y Noche de la plaza Italia de la esquina Palo Grande de San Martín, según varias versiones, el púgil ofendió y golpeó a un comensal vecino suyo, mucho más alto que él, llamado Camilo Rosas, quien respondió con una certera herida causada con una navajita que penetró sus escasos 5 centímetros en el abdomen del boxeador, que, para entonces, según el ranking de la revista oficial The Ring, ocupaba la tercera casilla mundial. ¿Qué necesidad tenía Calles de pelear en la calle? Fue trasladado de emergencia al Puesto de Socorro de la esquina de Salas, donde de acuerdo con varios testigos, el Dr. de guardia de apellido Grüber no quiso atenderlo en el momento y falleció prácticamente de mengua luego de conversar con su esposa y varios allegados.
También rondaban en el ambiente los nombres del peleador Víctor Adams, conocido como Sonny León, y del multiatleta zuliano pero residenciado en el Distrito Federal, Asnoldo Devonish, quien con sus hazañas en los campeonatos nacionales y regionales anunciaba la calidad que demostró un año más tarde en Helsinki con la primera medalla olímpica criolla: bronce, con su salto triple de 15 metros 52 centímetros.
Mientras, la gente de a pie comenzaba a quejarse, de algún modo, por el costo de la vida, ya que, según varios cronistas, el caraqueño común en 1947 con un fuerte y tres lochas (5,36 bolívares) podía comprar arroz, maíz, caraotas, harina y papelón, todo en raciones de un kilogramo. Misma compra que cuatro años más tarde, costaría dos bolívares más. Una risa comparada con la mega hiperinflación actual.
Casi perfecto
De nuevo en el estadio Universitario, el 12 de diciembre de 1951 la primera pelota lanzada en ese recinto, salió de las manos de Suárez Flamerich a manera de oficializar el play ball, donde el larense Blas Rodríguez casi logra juego perfecto ante la selección de Colombia en la inauguración del torneo de beisbol de esa edición Bolivariana.
El hábil lanzador ponchó a nueve, no otorgó boletos, pero su defensa cometió tres pecados que le impidieron la perfección. No obstante, su excelsa actuación se tradujo en triunfo de 4-0 con no hit no run, con lo cual se vengaba Venezuela de sus vecinos neogranadinos quienes le habían arrebatado el oro de la pelota en la edición anterior de Lima 1948.
De ese modo, el estadio Universitario, pareciera un escenario predestinado para grandes momentos, porque ha albergado Series del Caribe, juegos de exhibición de la MLB, los Juegos Panamericanos de 1983, las interminables faenas de Caracas-Magallanes y los días de la Guerrilla guairista, derbis de jonrones, conciertos y hasta la triste despedida del gran Baudilio Díaz en 1990, quien por cierto hizo historia al recibir los lanzamientos de Urbano Lugo padre e hijo en los juegos sin hit ni carreras propinados a los Tiburones el 6 de enero de 1973 y el 24 de enero de 1987, respectivamente.
El Pool de Pulido
Con el Universitario, como estadio moderno dispuesto para el beisbol organizado, las tradiciones del estadio Cerveza Caracas, de San Agustín, se mudaban al nuevo escenario o morían…
Aún la televisión y la radio, incipientes industrias comunicacionales, daban cabida a los ecos de Frijolito y Robustiana y de Tamakún, el vengador errante, además de El Bachiller y Bartolo y otros programas que caracterizaban al venezolano de aquella época.
La Caracas deportiva estaba pendiente de su grandeliga de los Medias Blancas, Carrasquelito, seguidor de los pasos de su tío el Patón Carrasquel lanzador de los Senadores de Washington. También seguían mucho el buen boxeo, al punto de que en pleno montículo del vetusto estadio montaron un ring donde el criollo José Alberto Díaz dio cuenta del favorito costarricense Tuzo Portuguéz.
En ese mismo escenario durante los juegos de beisbol profesional, un famoso personaje, apellidado Pulido, suministraba a los apostadores su famoso pool, con el canto de venta: 1 para 10 y 2 para 20, en alusión al costo y al premio en bolívares a quien acertara el nombre del pelotero que anotara la primera carrera de ese juego.
Mientras algunos fanáticos buscaban suerte con la citada apuesta, otros con menos recursos, se quedaban afuera esperando un foul que cayera del cielo para cambiar la pelota por una entrada del juego siguiente. Tradiciones que fueron cambiando de protagonistas y de estilos al mudarse al moderno coso de Los Chaguaramos.
Lamentablemente la desidia se adueñó del Universitario, y hasta hace poco, parecía no tener dolientes. Siempre bajo la administración de la Fundación UCV y sede de los equipos profesionales Caracas y La Guaira de la LVBP, por todo lo que produce debería ser un escenario reluciente como ha comenzado a parecer últimamente, porque se lo merece, ya que ha brindado a aquella y a esta Caracas momentos de gesta histórica deportiva. Feliz cumpleaños cada 25 de noviembre.
Luis Martín