Memorias de un escuálido en decadencia | Papa
25/04/2025.- ¡Dios nos salve, María! Se murió el Papa y nosotros no sacamos ni un obituario, ni mandamos una delegación al entierro. Desde Salamanca, España, hubiese salido el poeta Leopoldo —Verso Corto, Verso Largo— López y su compañera, La Pava Macha, Lilian, y listo, quedábamos de un bien que ni Ismael García saltando talanqueras. Pero es que nosotros somos así: nos importa muy poco los que se mueren. Lo peor es que uno hubiera quedado muy bien sacando un avisito. ¿Se imaginan si nos hubiésemos puesto de acuerdo los que vamos a votar y los que no vamos a votar para sacar un manifiesto lamentando la muerte de Francisco? Hubiera sido del carajo ver las firmas ahí de Andrés —A Cero Cincuenta— Velásquez y María —Súmate— Machado. Habríamos sido noticia: "El Papa une a la oposición venezolana". Así lo hubiesen titulado los medios nacionales e internacionales, y la dictadura se hubiera tambaleado del susto, pero es que entre nosotros no hay nadie que piense. Solo servimos para llamar a no votar, a dar golpes, a invadir, a pedir sanciones y, ¡coño!, ya la gente dentro de poco nos va a mandar bien lejos al carajo. También habría sido bueno hacer en la Catedral una oración por el Papa, pero ni de vaina. Lo que sí hicimos una vez fue un encadenamiento allá en la plaza de San Pedro. Fueron dos compañeras, una de ellas creo que era la Pava Macha, Lilian, y la otra, la esposa del compañero, incansable luchador, Antonio —Pensionados— Ledezma. Ahí estuvieron en la plaza de San Pedro, frente al Vaticano, pidiendo libertad (clap, clap), libertad. En cambio, la dictadura nombró una comisión y mandaron para el entierro del Papa al canciller Gil, que ha escrito más comunicados que ningún otro canciller de este país (eso sí, peleando con todo el mundo, que es ancho y ajeno). Va acompañado de la alcaldesa de Caracas, que, si usted pide un informe de su gobierno, le dicen: "Espere un momento, por favor, que vamos a averiguar".
Otro que nos dejó fue el compañero Mario Vargas Llosa, nada menos, el compañero que nos gastamos nosotros, un Premio Nobel, y aquí estuvo entre nosotros. Hasta arepas comió una vez con el compañero Teodoro —Fracaso— Petkoff. ¿Y qué hicimos nosotros? Un carajo, nada, ni una letra para un hombre de letras que nos supo acompañar y defender en esta lucha, que es cruel y mucha. Siempre que podía, le lanzaba en su columna de El País de España un regaño al dictador nuestro de cada día. Un hombre que merece todos los homenajes de nuestra parte, pero es verdad que entre nosotros nadie lee un carajo. Por eso no nos atrevemos a decir nada, porque ninguno de nosotros conoce su obra. Yo sé que escribió un libro que se llama La tía Julia y el carburador, una vaina así, más o menos… pero el hecho de que nosotros no sepamos un carajo de literatura no quiere decir que no le reconozcamos el apoyo que nos dio durante este período, que ya nos tiene aturdidos y abrumados.
Ojalá que Amoroso haya aprendido a leer para cuando le toque dar los resultados de las elecciones del 25 de mayo. Mucha Misión Robinson, y se olvidaron de ese compañero. Desde el CNE anunció que hay más de seis mil candidatos y candidatas inscritos para ser diputados, diputadas, alcaldes, gobernadores y presidentes del país. Es decir, alegra saber que más de seis mil personas están dispuestas a salvarnos. Seguro que quieren salvar el país y con el país nos salvan a nosotros, porque por alguna vaina se inscribieron en el CNE. Y nosotros, que desde que nos vimos peleándonos estamos, seguimos en ese peo, gritándole de todo a Embajada Capriles porque es candidato a diputado, y lo llamamos alacrán, traidor y lo que nos dé la gana. Si lo habilitaron, ¿por qué no se lanzó como candidato a gobernador por Miranda? Ni de vaina, porque seguro le pusieron esa condición para que la dictadura se vea más bonita desde lejos, con un opositor como Embajada Radonski inscrito como candidato a diputado. Juan Requesens dice que él también quiere su parte del gobierno, porque está arrecho con Ricardo Sánchez, quien saltó la talanquera y ya es ministro de Educación. ¡Una pendejada! De paso, ese tampoco sabe quién fue Vargas Llosa…
El papá de Margot llegó de la calle y se puso las manos en la cabeza y dijo: "No hay Papa. No hay Papa", y se fue al cuarto y agarró la puerta y le metió ese coñazo tan duro que se estremeció el edifico y la vecina salió gritando: "Perdónalo, Francisco, porque este carajo no sabe lo que hace".
—Yo no soy yo. Soy este que va a mi lado sin yo verlo —me declama Margot.
Roberto Malaver