Libros libres | Jesús Semprúm, nuestro primer crítico literario
Su obra crítica permanecerá como una de las más preclaras en este terreno
08/12/22.- La crítica literaria es uno de los oficios intelectuales más exigentes de cuantos puedan ejercerse, pues implica un conocimiento profundo de la obra o del tema a tratar, equilibrio en los juicios, dominio de las ideas y del lenguaje; sutileza en la ponderación; sentido de la justeza en cada una de las nociones que se abordan en el momento de mirar determinada obra, sin dejarse llevar por subjetividades. La crítica literaria sopesa, presenta a la obra valorada en el contexto histórico, social o artístico de cada época con proyección a lo futuro, por lo cual es quizá uno de los oficios más ingratos y poco comprendidos. Al crítico literario se le respeta o se le teme, no es un juez infalible ni un sabelotodo, pero cuando ejerce con ponderación su trabajo se le tiene como a una persona esclarecida.
Uno de los primeros críticos literarios de Venezuela es, sin duda, Jesús Semprúm, escritor zuliano de corta existencia, pero con una obra muy notable en este terreno; dotado de un humor cáustico, tersa prosa, enorme cultura y claridad en las ideas; le tocó vivir durante en tiempos de Cipriano Castro. Me he encontrado por azar un volumen suyo editado por Monte Ávila Editores, El libro que no se ha escrito (2004), una antología de sus textos realizada por José Balza, donde podemos hallar algunos de sus mejores escritos, sobre todo el que inicia el volumen: “La revolución de la Independencia y la literatura”, uno de los enfoques más sorprendentes suyos, por el poder de observación que muestra en un tema tan poco abordado por la mayoría de nuestros escritores. Otros textos como “El estudio del castellano”, “Diálogos del día” y los ensayos dedicados a Rubén Darío, José Enrique Rodó, Julio Calcaño, Gonzalo Picón Febres, Pedro Emilio Coll y Julio Garmendia. Cierra el volumen con el magnífico ensayo “La pintura en Venezuela”. Acoto que Semprúm es el primer crítico que valoró el genio narrativo de Julio Garmendia.
Semprúm intentó estudiar Medicina en su natal estado Zulia, pero Cipriano Castro cerró la universidad. Fundó la revista Ariel en esa ciudad junto a un notable grupo de intelectuales. Impartió conferencias, siguió escribiendo y estudiando Medicina hasta que al fin logró titularse de médico en la UCV. Colaboró con El Cojo Ilustrado; se dedica al periodismo por entero, manteniendo columnas de crítica en los principales diarios de su momento (1911-1918), donde declara su independencia intelectual, lo cual lo hace vulnerable frente al gobierno de Castro; entonces emprende su viaje a Nueva York, donde reside por siete años, hasta su regreso a Venezuela, debido a una lesión cardíaca que lo condujo a la muerte. Su obra crítica permanecerá, estoy seguro, como una de las más preclaras en este terreno, en toda la literatura venezolana.
Gabriel Jiménez Emán