Vitrina de nimiedades | Enigmas dolarizados
Padecer (sí, padecer) la economía parece una asignatura pendiente para los humanos
17/12/22.- No importa cuánto esfuerzo se haga para lograr comprender por qué el rendimiento de nuestros ingresos es inversamente proporcional a los colosales esfuerzos diarios de ahorro y trabajo. Es un saco de enigmas difícil de abrir para quienes solo somos fuerza de trabajo. Eso lo sabemos de forma peculiar en este país, donde tenemos un ranking de misterios económicos liderado con bastante ventaja por el dólar.
Con esa moneda desmontamos uno de los grandes mitos del fantástico círculo económico y hollywoodense: tenerlos en signo de bienestar asegurado. Ya comprobamos que no. Basta pensar cuántas cosas podíamos pagar con 10 dólares hace dos años. Hoy muchos de esos artículos cambiaron su valor y, por supuesto, exigen más verdes para su adquisición. ¿Recuerdan aquellos sectores que nos prometieron mantener los precios en divisas más quietos que un poste? Ser tomados por inocentes no siempre es una opción.
Si ya es difícil entender eso, imagínense tratar de comprender por qué hay una suerte de Apocalipsis monetario cada vez que viene un pago extraordinario a los trabajadores. La tasa de cambio solo sabe subir, mientras la gente se ingenia una forma de rendir, según su visión, lo que ha recibido. Ya sabemos que no estamos contando nada nuevo ni que resulte ajeno, pero por conocido no deja de ser enigmático.
¿Explicaciones? Las hay, según expertos y enfoques diversos: falta de oferta de divisas para la compra, la proliferación de tasas de cambio no oficiales que le ponen sal a nuestros bolsillos heridos, incertidumbre, inflación y un etcétera infinito. Unos reconocen el impacto del bloqueo en esta locura cambiaria; otros, en cambio, prefieren ignorarlo. La existencia de razones, algunas inentendibles, no satisface la inquietud de quienes esperábamos tener un poquito de tranquilidad para cerrar el año. Por más que las voces especializadas nos hablen, no entendemos por qué cuando podemos tener un poco más de dinero, está condenado a valer menos.
Si pudiéramos definir 2022 en términos económicos, a muchos nos tocaría reconocer que ha sido menos malo que los años anteriores. La entrada al tiempo postpandemia, la reactivación de algunas actividades económicas, una variación de precios menos marcada y hasta una divisa relativamente estable nos dieron un pequeño respiro. Pero sabemos que aún falta demasiado para decir que, efectivamente, existe el escenario de recuperación que esperamos. ¿Cuántos trabajadores pueden pagarse una consulta médica de rutina sin grandes sacrificios? ¿Cuántos pueden aspirar hoy a un crédito habitacional que realmente les permita comprar una casa? ¿Cuántos pueden vivir con un solo sueldo?
Nuestras angustias no son un número, son condiciones de vida. Es una paradoja que muchos las supediten a una moneda y a unos marcadores de cambio que no son transparentes. ¿Hasta cuándo el dólar seguirá siendo usado como la lanza contra quienes resisten a punta de trabajo? ¿Cómo tratar de comprender esto sin sentir que media la saña contra el trabajador común? Es complicado vivir con estos enigmas dolarizados.
Rosa E. Pellegrino