21/12/22.- Interesante como siempre; no obstante, este mundial fue diferente: de principio a fin.

Ganó Argentina y eso es inobjetable, a pesar de la proverbial necedad que en general muestran los nativos de esas tierras.

Pero no se vio la inmensa superioridad del campeón que hasta hace poco caracterizó a mundiales anteriores. Inimaginable que esa Argentina que batió a los penales a Francia… había sido superada en el partido inicial… por Arabia Saudita… país más bien dedicado a las carreras de camellos que al fútbol.

Otra diferencia fue que, en general, este mundial transcurrió sin mayores ajetreos, salvo por los hinchas marroquíes que quemaron autos y contenedores de basura en Barcelona de España y en el país vasco… o los franceses que aprovecharon la derrota del equipo nacional, donde quienes fallaron los penaltis fueron descendientes de africanos más que de Vercingétorix… para saquear y quemar la parte más elegante de París, pero por motivos políticos contra Macron.

Esto también pareció lógico toda vez que el mundial tuvo competencia fuerte por parte de la Navidad y la inflación que azota al llamado Occidente del mundo, al cual nosotros cultural y geográficamente pertenecemos.

Y a mi entender quienes impulsaron este mundial del siglo XXI, de la globalización que mueve el centro del planeta hacia el Oriente, se confiaron en la Internet, sin entender que el algoritmo les podía jugar una mala pasada al tiempo que demostraba que las redes han superado a los viejos medios de la TV, la radio y el periódico, como fuente primaria de información para las masas.

A la mayoría, y merced al algoritmo, no nos llegó las publicidades del mundial que solo le llegaron a quienes acostumbran a seguir las ligas europeas y sus torneos.

Por ejemplo a mí me llegaban mensajes políticos, del motociclismo, filosofía y algo de música, es decir, a lo que usualmente califico como “me gusta”. Y nada del que hace años dejé de ser fanático.

Pero hay otro fenómeno que me gustaría compartir con los lectores de Ciudad Ccs: y sucede que el venezolano quizás apoyó más a los argentinos en el partido final, pero no tanto.

Donde vi el partido al principio pensé que todos iban a la Argentina porque cuando los gauchos ganaban, los parroquianos, algunos vestidos con la franela argentina, pateaban el piso, aplaudían y pitaban al árbitro.

Situación que cambió radicalmente cuando Francia empató y se repitieron por casi todos los asistentes, la pateadera, los aplausos y más cerveza.

En suma, el público es poco fiable en estos casos y cuando vi a Messi calificado como “Dios” o “El Nuevo Jesucristo” por algunos comentaristas –argentinos- que señalaron los goles franceses como producto de un “deporte de mierda”, pensé en la imagen de candidato que algunos y en las redes le construyen al Conde del Guácharo, que se puede repetir en la Argentina.

Y eso es peligroso viendo los resultados de llevar un extraño a la política a Presidente como es el caso de Ucrania.

Peligroso porque aparentemente la llamada Agenda 2030 busca desprestigiar los políticos para imponer sustitutos salidos de la farándula o el deporte.

Si los argentinos escogen a Messi,  eso es asunto de ellos, pero lo del Conde es a mi juicio peor que la estafa del llamado interino; es asunto nuestro, pero para ello ya habrá tiempo de comentar.

Domingo Alberto Rangel

Por lo pronto reciban la Navidad con lo que tenemos… en familia… y con la alegría de vivir.