No hay actividad más importante que la de trabajar para que los sueños sobre una paz duradera, el bienestar y la prosperidad de la gente lleguen a ser algo más que una milagrosa utopía. El camino hacia ello es escabroso, pero bien vale la pena: cesar el enfrentamiento, marchar con paso firme hacia la conciliación, colaboración y coexistencia pacífica, y juntar la confianza y la seguridad.

 

El actual conflicto bélico Rusia-Ucrania se desencadenó tras la justificada operación militar del Ejército ruso, el 24 de febrero de 2022, en contra de la política pendenciera de Estados Unidos (EEUU), el Reino Unido (RU) y la Unión Europea (UE), que han conducido a un atolladero la paz y la seguridad de Occidente y del mundo, situación esta que no deja de preocupar y que pudiera ser una reformulación de la doctrina militar de Washington para perturbar la conservación del género humano. 

 

La tesis estadounidense del primer golpe nuclear, acompañada de la deducción de que es posible para EEUU ganar una guerra de ese tipo, se vuelve a poner de manifiesto con los bombardeos de la Fuerza Armada ucraniana a las instalaciones de la planta nuclear de Zaporozhie, bombardeos que también son estimulados por sus seguidores europeos. Basta remitirse a los ataques a dicha central que se iniciaron el 5 de agosto de 2022. Rusia ha dado a entender que si Ucrania es lanzada por EEUU a una guerra atómica contra su territorio, ello equivaldría a un suicidio nuclear. Un caso acitar  fue el empleo por parte de la Aviación norteamericana de las bombas atómicas lanzadas en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, ocasionando más de 273.000 muertes y la irradiación mortal de más de 195.000 personas. El director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, recalcó que la institución se encuentra “extremadamente preocupada” e hizo una advertencia de una catástrofe nuclear en Europa, cuyo riesgo es “muy real”.                              

 

Rusia espera que quienes determinan la política de EEUU, la UE y la OTAN sean capaces de detener con criterio más objetivo e imparcial las guerras de todo tipo, y de asumir una actitud más realista que permita eliminar la real y no ficticia amenaza bélica nuclear. La desenfrenada atemorización de los pueblos por parte de Occidente, con el mito de la amenaza rusa, ya no puede ser un objetivo de manipulación, pero tampoco se puede descartar en el contexto político, militar y económico que vive la humanidad, donde todo tiende a cambiarse o transformarse.  

 

J. J. Álvarez.