La miss Celánea | Avísenle a Juanes que Maduro aún es presidente
Mejor que no venga, aquí hay un pueblo digno que no olvida
Dos fenómenos han tenido incidencia sobre la reactivación de los grandes espectáculos dentro del territorio venezolano en el año reciente: el levantamiento de la cuarentena y las mejorías que en materia económica ha protagonizado el país entero. No hacía falta ser vidente para predecir que, conforme la cosa se fuera mejorando, comenzaría el desfile de caras de yonofui, lambucios y desleales pidiendo cacao y pregonando amores, como si no fuera obvio el origen de ese amor que en las vacas gordas tiene por costumbre aparecer, pero que en las vacas flacas entra en una especie de hibernación indefinida signada por la falta de dinero.
Y no se trata de guardar rencores, sino de tener memoria. En 2019 este infame personaje se sumó a la lista de cachorros del espectáculo que pusieron su poder de convocatoria al servicio de Juan Guaidó y su combo de secuaces para la realización de un concierto en Cúcuta, el Venezuela Aid Live, en el cual supuestamente se recaudaría una ayuda humanitaria que jamás llegó a Venezuela, contrario a la forma como sí llegaron los ecos de las solicitudes de invasión, los insultos hacia el Gobierno venezolano, las lágrimas de cocodrilo de una gente que ni hace nada de gratis ni jamás quiso hacer nada por nosotros, y la propuesta de una fulana Batalla de los Puentes que afortunadamente no llegó a darse, y que le habría costado la vida a civiles colombianos y venezolanos como última guinda del pastel de porquería en que querían convertir el escenario venezolano de aquel entonces para terminar de justificar una invasión gringa, y más.
Ni ese cantantucho de tercera que tiene más de catorce años sin pisar nuestro país, pero que desde afuera nos ha insultado de todas las formas posibles, ni ningún otro que haya actuado de la misma forma deberían tener permitido el regreso a nuestra tierra que hoy se va levantando por sus propios medios del desastre ocasionado por las sanciones del Gobierno norteamericano y sus lacayos alrededor del mundo. Por eso, hoy alguien tiene que avisarle a Juanes que mejor no venga, que aquí hay un pueblo digno que no olvida, que recordamos clarito cuando llamó hijo de puta al comandante Chávez, que tenemos presente el recuerdo de esa petición que hizo para que los militares venezolanos desconocieran a nuestro presidente Nicolás Maduro y nos dejaran en manos de Guaidó, que lo mismo es decir que nos entregaran a los gringos para que nos convirtieran de nuevo en el país arrodillado y servil, saqueado y maltratado que siempre han querido que seamos.
La gente, digo yo, debería tener un poquito de solidez y responsabilidad de su palabra. ¿Cómo va a querer venir a cantar a Venezuela un hombre que juró no regresar hasta que cayera la supuesta dictadura? ¿Cómo va a decir que nos tiene algo de cariño si al igual que otros infames personajes como Carlos Baute y Olga Tañón (quienes también anunciaron su venida), no fueron capaces de tener un gesto sincero de solidaridad durante los años que peor estuvimos?
En esta tierra no queremos la visita de idiotas ni malintencionados. Queremos a Roger Waters, a Ska-P, a Pablo Hasel, a Chico Buarque. Y queremos, por sobre todas las cosas, a Iván Pérez Rossi, a Cecilia Todd, a José Alejandro Delgado, a Sandino Primera, a Ana Cecilia Loyo, y todos aquellos que desde donde fuera que estuvieron durante los años de la crisis nos enviaron sus gestos de solidaridad y respeto, y pusieron su música a la orden verdadera del pueblo venezolano.
Malú Rengifo