Punto de quiebre | El ADN habló y desenrolló un desgraciado misterio
Una niña discapacitada, que no podía hablar ni caminar, estaba embaraza y perdió al bebé
17/01/23.- Juan Luis era un tipo bien parecido a quien todo el mundo quería en su trabajo, porque era de carácter afable, bonachón, servicial, buen compañero y honesto. Trabajaba desde hace varios años como técnico radiólogo en el hospital Domingo Luciani de El Llanito. Era casado y tenía una sola hija de su matrimonio, aunque tenía otra con una primera mujer que estuvo viviendo con él. Se había radicado en un sector del oeste de la ciudad capital, donde también era muy querido. Su hija del matrimonio, que no debía llegar a los quince años y que era muy flaquita, estaba postrada en una cama desde que nació y había que hacerle todo, porque ni siquiera hablaba. Solo se quejaba cuando se sentía mal y entonces había que hacer de tripas corazones para averiguar dónde es que le dolía, pero su mamá ya se había convertido en toda una experta en eso de determinar sus dolencias. En su casa no vivía ningún extraño con ellos ni ningún otro familiar.
Dolencias
Por aquellos tiempos del 2021, la niña comenzó a ponerse malita y le pegó un fiebrón de padre y señor mío. La mamá comenzó a darle remedios y con una inyectadora le daba guarapitos de jengibre, con limón, toronjil y malojillo, pues pensaba que hasta podía ser covid, que ya se había llevado a varios de los vecinos del sector. La gran pregunta era quién podía haberle pegado el covid a la niña, pues sus padres no tenían síntoma alguno, por lo que decidieron hacerse la prueba y ambos salieron negativos. Al tercer día la niña continuaba con sus molestias y ahora daba señales de que le molestaba algo por la parte baja del abdomen. La mamá comenzó a ponerle alcanfor y a masajearla, hasta que, como no cesaban los dolores, tomaron la decisión de que había que hacer un esfuerzo para llevarla a un médico.
El Gran misterio
La niña fue internada en el hospital y de inmediato comenzaron a hacerle todos los exámenes. Al día siguiente se tuvo conocimiento de la triste y macabra noticia. La niña estaba embarazada y el feto estaba muerto por lo que había que hacerle una cesárea.
La verdad no tenía ni pies ni cabeza. La policía intervino e interrogó a los padres. La madre defendió a su esposo y aseguró que era imposible que él hubiese cometido un acto tan vil y miserable. Comenzaron a estudiar las posibles opciones. Salió a relucir un primito de unos 15 años que se quedó cuidándola en una oportunidad, pero fue descartado porque eso había sido hace casi más de un año y la niña tenía cinco meses de embarazo. Barajearon la posibilidad de que en un descuido se hubiese metido algún vecino y hubiese abusado de la niña, lo cual era posible, pero no había nada que pudiera corroborarlo. En ese ese ir y venir de posibles opciones cuando la policía decidió que había descartar completamente al padre de la niña, por lo que se determinó que había que practicarle una prueba de ADN.
La criatura le fue sacada del vientre a la niña. También venía con malformaciones. A los dos días volvieron a la casa. Ya la niña se sentía bastante mejor y no se quejaba, sino que se tocaba la herida de vez en cuando.
Juan Luis volvió a su trabajo como si nada, mientras se obtenían los resultados del ADN, aunque ya les habían advertido de que la prueba tardaría varios meses. Un posible vecino era la hipótesis que más se manejaba entre sus compañeros de trabajo y sus amistades.
Pero la verdad verdadera llegó un año después. La tragedia no pudo ser mayor. Se había determinado que Juan Luis había sido el abusador de su propia hija. De inmediato fue detenido y aún permanece tras las rejas.
Wilmer Poleo Zerpa