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Política y cultura: contribución para el debate de las ideas

20/01/23.- “Bastante historia hay aquí…”, fue una de las contundentes frases pronunciadas por el Comandante Chávez, frente al Jardín Botánico, el 29 de febrero del año 2004, en una de las concentraciones más impresionantes de las efectuadas en Caracas, donde confluyeron tres gigantescas marchas, venidas de Petare, El Valle y Catia. Fue el mitin en el cual el presidente dejó claro el carácter antiimperialista de la Revolución Bolivariana.

Se refería el Presidente a la herencia combativa sembrada por los patriotas que lucharon al lado del Libertador Simón Bolívar, por la independencia de la Abya Yala, frente al yugo español. Ese mismo pueblo, al calor de esa historia heroica sigue luchando hoy contra el enemigo de turno, el mismo que tiene su centro de operaciones en la Casa Blanca.

La llegada de la Revolución Bolivariana, en diciembre de 1998, constituyó un salto cuantitativo, muy importante de cara a la liberación definitiva frente al imperialismo de turno, después de la gesta comandada por Bolívar en el siglo XIX, sin subestimar que antes de la llegada de Chávez al poder, habían tenido lugar otros escenarios, en los cuales el pueblo venezolano ratificó ese espíritu rebelde, de la lucha por la vida, como las batallas dramáticas durante las décadas de los 60 y 70, frente al puntofijismo adeco-copeyano. Cabe recordar los alzamientos militares, como el Barcelonazo (1961), el Carupanazo y el Porteñazo, estos últimos en 1962.

Política y cultura

Ese grito de “Bastante historia hay aquí” es la suma de los menudos acontecimientos que se han dado en todos los rincones de la patria bolivariana, en caseríos, pueblos, ciudades, incluyendo a Caracas, con sus pequeñas historias que fueron abriendo brecha, desde numerosos territorios rebeldes, como Catia, cuya parte de sus combates de los años 60 son relatados por el rebelde con causa, Omar Barrientos (Antonio), en su libro Rebeldes de Catia (Editorial Trinchera, 2019).

Ahora Política y cultura: contribución para el debate de las ideas, libro que está listo para adornar sus páginas con pétalos de rosas rojas, nos recrea por la hechura intelectual de Joaquín López Mujica, “un muchacho” que hace medio siglo las ideas de avanzada lo fueron alimentando culturalmente, de la mano de María Argea, su madre, y sus hermanas, Josefina (La chispa), Valentina, Scarlet (Chichita) y Lucila.

Bastante historia hay también en el barrio donde Joaquín se formó como revolucionario. Nos referimos a Los Cujicitos, una zona ubicada entre el parque de Cotiza y el barrio El Retiro, en San José del Ávila, escenario, por más de una década, de un intenso activismo revolucionario, sobre todo, por parte del Partido Comunista (PCV) y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).

Ese muchacho, hoy orgullo de Los Cujicitos, antes de convertirse en violinista del “Sistema Nacional de Orquestas Juveniles Simón Bolívar” y graduarse de licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Central de Venezuela (UCV), donde fue profesor, se nutrió intelectualmente en el seno de una familia de profesionales y de numerosos militantes revolucionarios, que visitaban con frecuencia la acogedora casa de doña Argea, que estuvo ubicada en la primera calle de la popular barriada, y que algunos vecinos identificaban respetuosamente como “la revolución de las López”.

Haber tenido como profesores a José Rafael Núñez Tenorio, Pedro Duno, Héctor Mujica y Mercedes “Chela” Vargas, que no es cualquier cosa, nutrieron a nuestro personaje como investigador y estudioso del espectro cultural, que consolidó la formación de Joaquín y le abonó el camino que lo condujo a La Haya, como encargado de la sección cultural y prensa de la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela.

El prologuista de la obra, Carlos Servando García, apunta que “El fruto de esta labor –acumulado a lo largo de una docena de años de investigación, luego de pacientes y concienzudas revisiones y correcciones, de no pocas reconsideraciones y de innumerables cavilaciones- es la vía escogida por Joaquín López Mujica para patentizar sus opiniones, en relación con la evolución del proceso de cambio socialista que experimenta hoy la Patria y que, como lo confiesa el propio autor, 'conforma su oasis' en el mundo de la creación ensayística”.

En su introducción, el autor del libro, nos da pauta para la construcción de la historia de las luchas populares de los 60, en una vasta zona del norte central de Caracas, que abarca Lídice, La Pastora, San José del Ávila y la parroquia Altagracia, para construir una mirada aproximada de los sucesos, no menos importantes de ese escenario que dio su aporte a la lucha reivindicativa, en los sectores humildes y de clase media baja del espacio capitalino.

Nombres como el de Domingo Aparicio (Dominguito o comandante Alirio), María de Idler, Juan Idler, Mercedes Aguilar, Ángel Miguel Bastidas (Noel), Fernando Vivas (Joaquín), Alberto Quintero, las morochas Yajaira y Rosita Quintero, Leonel Rodríguez, Frank Reyes (Orlando), y otros por sus seudónimos: Carmelo, y los morochos de Anauco, Chivita (Vicentíco), Jesús Carapaica, Franklin (el viejo) de la quebrada de Caraballo y Pepe, del callejón Santa Elena, nos dan pistas para terminar de construir el proyectado relato de las jornadas que se libraron en calles y callejones, al pie del Waraira Repano, hace un poco más de medio siglo.

Somos la vida y la alegría en constante lucha

 contra la tristeza y la muerte.

Argimiro Gabaldón

Miguel Bastidas G.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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