Micromentarios | Pedir disculpas
Reconocer nuestros errores es una demostración de madurez
24/01/23.- Hay quienes consideran que pedir disculpas es señal de debilidad.
Pero ocurre que es al contrario, que la verdadera debilidad reside en no admitir que nos hemos equivocado o errado, o que, involuntariamente, hemos cometido una acción que ha perjudicado leve o gravemente a otra persona.
No pedir disculpas cuando advertimos que hemos metido la pata o hecho daño, no nos hace más fuertes ni nos muestra superiores ante los demás. Solo nos presenta como individuos tan orgullosos que no admitimos nuestras responsabilidades.
Comprender y aceptar que nos hemos equivocado es signo de madurez mental, de que hemos crecido como seres humanos y nos hacemos responsables de nuestros actos.
De niños, acostumbrábamos aferrarnos al yo no fui, a sabiendas incluso de haber cometido un error, haber causado el deterioro de algo o haber irrespetado, afectado o molestado a alguien.
Otro comportamiento infantil recurrente consistía en hacernos los locos y dejar que otros u otras cargaran con las culpas, sin importarnos lo que les sucediera a nuestros paganos de turno.
El error, el fracaso y la derrota son tales cuando de ellos no extraemos ni siquiera una enseñanza. Ninguno de los tres debe ser motivo de vergüenza porque, en lugar de acciones negativas, son en realidad experiencias para hacerlo mejor, son los escalones que nos conducen al éxito, al triunfo o, cuando menos, a hacer las cosas correctamente.
Solo el obcecado, el fanático y el inmaduro se niegan a admitir sus fallas. Únicamente ellos temen que se les identifique con el fracaso y creen eso de que errar es una muestra de debilidad.
Repito: ser consciente de nuestros actos fallidos no nos hace ver como personas débiles, sino como seres humanos capaces de utilizar la mayor de nuestras capacidades, que es la de pensar, la de reflexionar en torno a nuestra vida y obtener enseñanzas a partir de nuestros malos pasos.
Reconocer las equivocaciones demuestra que no hemos actuado de mala fe, sino que, como cualquier mujer u hombre de este mundo, estamos sujetos a cometer errores, aun y cuando eso quiera decir que no nos las sabemos todas.
A manera de cierre, propongo un ejercicio.
La próxima vez que advierta que ha cometido un error o ha fracasado en algo que ha emprendido, pida disculpas a quien ha afectado, tanto si es otra persona como si es usted mismo, y verá la diferencia entre tal comportamiento y otro, en el que se las dio de vivo o se mostró inflexible.
Le aseguro que vale la pena.
Armando José Sequera