Estoy seguro de que los virus informáticos los hacen las empresas que venden antivirus. Cualquier reflexión que hagamos en torno a este tema desemboca en esa conclusión.

Es difícil crear uno de tales virus, dados los múltiples programas que existen contra ellos. Un virus nuevo debe superar las barreras que los programas defensivos les presentan. Elaborarlo requiere del conocimiento de todos aquellos que están operativos. Tal tarea es costosa.

Uno piensa en alguien cuyo vicio por la informática es financiado por un padre ricachón, pero ¿qué hay de verdad en ello? ¿Por qué trabajar tanto para destruir algunos archivos o revisar un buzón de correo electrónico y ver con quiénes intercambian banalidades los usuarios infectados?

¿Que quieren entrar en nuestras cuentas bancarias y pelarlas? No creo que pierdan el tiempo robando mi paupérrima pensión de jubilado. Quienes se dedican al robo electrónico van por tesoros reales, en bancos o empresas que manejan mucho dinero.

¿Y si no es para robar grandes cantidades o secretos industriales o militares, para qué crear nuevos virus?

Porque tal elaboración forma parte de una estrategia comercial.

La misma se desarrolla mediante una permanente campaña de terror cuyo propósito es obligarnos a adquirir el antivirus. Si no lo hacemos, dicen, nos robarán información o dañarán nuestros equipos.

Tal técnica de ventas tiene un nombre muy feo: chantaje.

Pregúntese, por otra parte, ¿por qué teniendo un antivirus potente, en la versión de apenas unos meses antes, este no detiene al correo basura, a la publicidad y a los nuevos virus?

Si los anuncios publicitarios superan los antivirus, nada cuesta pensar que dichos programas defensivos sean unas coladoras de agujero ancho, es decir, no murallas sino muretes saltables y asaltables por quien se lo proponga.

Muchos usuarios son cómplices involuntarios de esta estrategia comercial, pues no solo creen que en verdad les van a robar datos, cartas y secretos, sino que difunden tal idea y se escandalizan y molestan si uno no hace caso a sus advertencias.

Las mismas empresas aseguran que nuestros equipos están infectados con varios virus troyanos y amenazan con que si no adquirimos el antivirus, perderemos nuestros archivos, en especial las fotos familiares. Uno no lo adquiere, porque no lo desea o no puede, y no pasa nada. ¿Por qué? Porque solo es chantajeado quien se deja.

Ante todo esto, ¿cómo no sospechar que las empresas que proveen software están implicadas en la fabricación de los virus? Si aún no se me cree, pregúntese: ¿por qué al software libre no lo atacan virus?

Armando José Sequera