Xin Chao | A 50 años del Acuerdo de París
… Las negociaciones se habían enfrentado a desafíos drásticos, llegando incluso a veces a un punto muerto. Estados Unidos utilizó diplomáticos veteranos como Harriman, Kissinger (...) en combinación con campañas militares y bombardeos para ejercer presión en la mesa de negociaciones.
(Phàm Ngạc)
03/02/23.- Medio siglo ha pasado de una pantomima diplomática montada por Estados Unidos, cuando la atención mundial estaba puesta en el sureste asiático, donde se libraba la guerra más larga y cruel de la historia, producto del asalto masivo a un pueblo agricultor, encabezada por la mayor potencia militar del planeta, en alianza con países igualmente poderosos militarmente.
El Centro Internacional de Convenciones de Kléber, ubicado en la iluminada París, fue el escenario escogido el 23 de enero de 1973 por los dueños del mundo para la puesta en escena de un espectáculo, que pretendió dejar constancia que Estados Unidos no había perdido la guerra, “sino que había hecho un acto de justicia para acabar con un conflicto armado que tenía décadas afectando a un país humilde, cuyos habitantes sobrevivían como obreros del campo y la cría de animales”.
El lujoso salón de convenciones parisino mostraba un diseño fríamente calculado, donde se procuró una escena sin entrada principal para no destacar a una delegación en la llegada, de tal manera que el arribo de personalidades fue simultaneo por varios pasillos. Así mismo, la redondez de la mesa no evitaba destacar a un grupo en particular. El protocolo intentó presentar un escenario plano, sin vencedores ni vencidos, a pesar que días antes, el 29 de diciembre de 1972, el presidente de Estados Unidos, acompañado de su consejero de Estado, Henry Kissinger, había anunciado al pueblo norteamericano y al mundo que las tropas estadounidenses se retirarían de Indochina en 1973, como efectivamente ocurrió, pero nunca se habló de derrota, como aconteció 48 años después en Afganistán.
¿Por qué Nixon ordenó a Kissinger regresar a la mesa de negociaciones?
A comienzos de diciembre, Nixon había ordenado a su consejero de Estado, simular ante los vietnamitas interés por las conversaciones en París, pero el servicio de inteligencia indochino detectó que el presidente estadounidense estaba preparando la Operación Linebacker II, para bombardear las ciudades de Hanoi y Hai Phong con la pretensión de poner de rodillas al pueblo vietnamita, pero 12 días después se produjo el alto al fuego ordenado desde la Casa Blanca debido a la debacle de la aviación gringa.
La reactivación del dialogo aconteció el 23 de enero de 1973, con la participación de cinco delegaciones:
1.- República Democrática Popular de Vietnam, encabezada por Lê Đức Thọ. 2.- Henry Kissinger, como consejero del Departamento de Estado. 3.- Gobierno Provisional Revolucionario de Vietnam del Sur, con su negociadora Nguyễn Thị Bình. 4.- El equipo del ministro de Relaciones Exteriores de la República de Vietnam (pro yanqui), Trần Văn Lâm; 5.- Representación de la embajada de EEUU en Vietnam del Sur, encabezada por el diplomático Henry Cabot Lodge.
Los acuerdos fueron rubricados después de prolongadas negociaciones, durante cuatro años y 8 meses, frente a una contraparte que hasta los últimos minutos intentó distraer a la representación revolucionaria vietnamita, mientras los gringos alistaban sigilosamente el cruel bombardeo de 1972.
“El éxito de las mayores conversaciones de paz del siglo XX fue la coordinación armoniosa entre los campos de batalla política, militar y diplomacia, entre ofensiva y negociación”, según la opinión de Phàm Ngạc, quien fuera director del Departamento de Organismos Internacionales, del Ministerio de Relaciones Exteriores norvietnamita, quien reveló que fueron 201 reuniones públicas y 45 privadas con EEUU, 500 conferencias de prensa y casi un millar de entrevistas y muchas movilizaciones contra la guerra en todo el orbe, sobre todo en Estados Unidos y Francia. (Periódico digital del Partido Comunista 31-01-23).
El “cese al fuego y el restablecimiento de la paz en Vietnam” marcó la pauta de los acuerdos, de nueve capítulos y 23 artículos, a saber:
1. Las tropas de EEUU y de sus aliados deben respetar la independencia, soberanía, unidad e integridad territorial de Vietnam.
2. Las tropas extranjeras deben retirarse totalmente, desmantelar las bases militares y no involucrarse militarmente, ni intervenir en los asuntos internos en el sur de Vietnam.
3. El gobierno revolucionario provisional del Vietnam del sur debe ser reconocido, es decir, aceptar los dos gobiernos, con sus ejércitos y áreas de control en el sur de Vietnam.
Los protocolos:
1. Cese del fuego en Vietnam del Sur y activación de misiones militares conjuntas.
2. Activar el comité internacional para el control y supervisión.
3. Liberar el personal militar capturado y detenido.
4. Limpieza, desactivación total y destrucción, por parte de EEUU, de las minas sembradas en mares, puertos y ríos de Vietnam.
El 16 de febrero de 1972, la Comisión Militar Conjunta, integrada por las delegaciones, hizo un llamado urgente a las partes, para ponerle fin a los combates en el sur de Vietnam y respetar plenamente lo estipulado en los acuerdos de paz.
Cinismo yanqui a toda prueba
En eso de patear mesas de diálogos, los inquilinos de la Casa Blanca han sido expertos, como el caso de Dwight Eisenhower, quien irrespetó los Acuerdos de Ginebra de 1954, tras la derrota de los franceses en Điện Biên Phủ, que ha debido sellar el alto al fuego en el sur de Vietnam, pero el gobierno gringo sustituyó arbitrariamente a los franceses, para darle rienda suelta a un conflicto armado que ha podido culminar en unos comicios electorales, según las resoluciones de Ginebra 1954.
Después del Acuerdo de París, efectivamente Estados Unidos retiró sus tropas de Vietnam, pero mantuvo sus asesores en Saigón y convirtió al ejército del sur en un contingente de un millón de efectivos, sin embargo, el Gobierno vietnamita, que ya sabía del cinismo yanqui, entró de nuevo en combate, y dos años más tarde las tropas del FNL entraban victoriosas en Saigón, el 30 de abril de 1975.
Las recientes declaraciones de la actual jefa del Comando Sur, Laura Richarson, nos hizo recordar el estilo Nixon-Kissinger, cuando insistió ver al sur de América con el lente monroista.
Resistencia en lo estratégico,
flexible en lo táctico.
(Ho Chi Minh)
Ángel Miguel Bastidas G.