Pensamos, con frecuencia, acerca de lo que se consideran propuestas universales del género humano, en la significación de lo emanado por las civilizaciones que vienen de culturas ancestrales, cunas de nuestros pueblos indígenas. Y he recibido un hermoso regalo de un compañero profesor cercano, es un obsequio de gran valor, se trata de una grabación de la ceremonia en la cual el presidente colombiano Petro, se compromete con los arhuacos a dar respuesta a sus propuestas, escuchadas religiosamente, con relación a unificar los pueblos para: Salvar la Humanidad.

Se trata de un mensaje de luz y verdad, emitido por la voz de una cultura ancestral, que existe desde mucho antes de la invasión de los europeos a estos territorios; desde las alturas de la Sierra Nevada de Santa Marta, “desde el propio corazón del mundo”.

Con toda la delicadeza y el respeto debido, el presidente Petro recibe la ceremonia, participa de ella, comparte las simbólicas semillas, dando respuesta al pueblo Arahuaco en un acto de salvación dirigido a todos: la Tierra, las especies vivientes ajenas a nosotros, y a la Humanidad toda.

En los llanos altos de Colombia, en sus valles y ríos, resguardo de esta colectividad que respeta la naturaleza, resguardo indígena de propiedad ancestral, el presidente constitucional, guardando una actitud humilde y de profunda comprensión, se compromete con ellos, y es la presencia y la voz de una niñita chibcha, una de las voces que definen el lazo de estos acuerdos de enorme significado.

El impacto de la ceremonia en su complejidad, nacida de gestos sencillos, indudablemente repercute en una reflexión profunda, acerca, entre otras cosas, de la sabiduría de estas culturas, que nos han precedido desde hace tanto tiempo y que merecen el mayor de los respetos. Aplaudimos la actitud, la acción, del presidente Petro (y agradecemos al profesor Eduardo Rivero semejante regalo).

Laura Antillano