Caraqueñidad│Así viví a los Lebrón: gracias por la rumba
20/02/23.- (A propósito del histórico momento de Lebron James por su liderato como mayor anotador en la historia, es mucho lo que han publicado las redes sociales y otros medios. Por nuestra fiebre musical salsera, pasamos del tabloncillo a los escenarios y rescatamos estas líneas sobre los Hermanos Lebrón).
Trato de ordenar unas ideas coherentes para echar un cuento que me apasiona porque parte de mi juventud catiense, sana y salsera, se desarrolló al ritmo de estos señores (muy desestimados por muchos, según mi criterio): los Hermanos Lebrón.
Confieso que cada idea, cada oración que nace, se corta o se enriquece o se nutre o se disipa, no sé, con recuerdos, con pasajes de esos momentos que hoy generan nostalgia y a la vez agradecimiento, porque marcaron los pasos iniciales en matinés, en pistas de bailes, en novias y en aventuras de amigos y hermanos de la calle que quedaron para toda la vida, ahora afloran en este lento pero inevitable transitar hacia la divina senectud.
Excusas por personalizar estas líneas, lo cual desde lo estrictamente discursivo le pudiera restar credibilidad, pero desde el sentimiento va lleno de verdades y de cuentos y anécdotas que viví gracias, y en torno, a esos cinco pioneros, que por cierto deben tener el reconocimiento, junto a Ángel Canales y otros, de haber rescatado el género en su época de declive.
Así los conocí
En Los Flores de Catia vivió uno de mis eternos amigos, que por cierto se fue muy temprano y allá debe andar echando un pie y disfrutando a Pablito Lebrón, Tito Gómez, Celia, Puente, Cheo, Frankie, Charlie, Padilla, Héctor y todo el grupo Madera. Ese era mi hermano Laureano González, a quien necesariamente cito porque era en su casa donde rumbeábamos, donde oíamos por vez primera, incluso antes que en Radio Aeropuerto –emisora salsera del momento–, los discos de moda, lo desconocido. Y todo era crema. "Es que mi tío, ese flaco que está allá, echándose una cerveza con Yolanda y Laureano (sus padres), por asuntos de trabajo viaja mucho a Puerto Rico y a Nueva York, y siempre me trae los discos pegados, porque allá salen muy baratos", contaba siempre mi hermanazo Laurea… Verdad o mentira, no importa. Lo que sí es cierto es que los LP de pasta en 78 revoluciones los tenía todos, y allí los oíamos y los bailábamos. Hasta los tarareábamos. Y de lo que más nos pegó en el momento y quedó para el recuerdo, entre otros, destacaron los Lebrón.
Hey, de ahí, de Los Flores de Catia, también es el ahora maestro percusionista Pibo Márquez y los panas Nenito, Carlos Núñez, Tatay (el hijo del centenario Lezama, el caraquista), Vitico, Virgilio, el profe Alberto Guari Pérez y una banda inmensa de gaiteros y salseros.
Sus inicios
Los Lebrón, a los que según José, su pianista y sempiterno compositor y arreglista, la salsa le debe su nombre por su éxito Salsa y control. Ya sabemos toda la discusión que existe en torno al caso y yo particularmente creo que no es así, pero lo cito porque para ellos es un punto de honor. Tiene sus raíces en la fusión que surge de ritmos como el boogaloo (de moda en los sesenta, con influencia de música afro y latina, como el soul y otras irreverentes notas), a la que se atrevió a apostar Pablito Lebrón, el mayor de los hermanos.
Pablo López Feliciano (nombre de pila de Pablito), hijo, junto a José, del primer matrimonio de doña Julia —quien luego trajera al mundo al resto de la camada: Ángel, Carlos y Frankie— sale joven, con apenas dieciocho años, de su natal Aguadilla, Puerto Rico —donde vio la luz por vez primera el 30 de junio de 1936—, a probar suerte en Nueva York. Es parte de Las Tres Monedas —antecedente importante para el nombre que posteriormente en Venezuela le diera el pianista de la Billo’s, Pat O’Brien, al grupo que formó con sus hijos, Las Cuatro Monedas, bajo la producción del siempre exitoso Hugo Blanco—, y luego de once años de éxitos —en los que influenció a sus hermanos José y Ángel, y los estimuló a seguir la carrera musical— funda la orquesta La Arecibeña (1965).
Casi a la par, el instinto y la calidad de sus hermanos los llevaron a conformar un grupo en 1962, Los Eltones, donde la batería la tocaba su primo José Manuel. Para ellos siempre fue importante la unión familiar.
Por el recorrido de Pablito y su ya comprobada calidad les consigue un contrato a Los Eltones en el famoso night club Las Vegas en Brooklyn, donde comienzan a impresionar de tal forma que se atreven a presentar sus productos a la disquera Tico, que por esas cosas del destino los rechazó. Craso error, porque un par de años más tarde llegan a Cotique Record. Sus empresarios debían probar la calidad de estos desconocidos para la industria discográfica, pero con trayectoria en toques privados. Pasaron el examen, dicen que porque Pablito, por petición de José, sustituyó esa noche de la prueba al cantante original (¿?). Quizá esa fue la manera de José pagar a Pablo el hecho de que un día de pleno apogeo su pianista le falló en un toque y desde entonces puso a José a ocupar el sillín oficial del piano de La Arecibeña. Desde entonces compartía funciones con su grupo José Lebrón y su combo.
Lo único que pidió el sello disquero fue que cambiaran el nombre, por lo que quedaron para la posteridad como The Lebron Brothers.
Sus discos y disputas con Fania
Hicieron alrededor de treinta discos, de los cuales siete estaban en las gavetas de Fania Records, que luego de adquirir los derechos de Cotique sentenciaron al olvido a los Lebrón, sencillamente porque el carácter y el valor de Pablito y José los llevaron a reclamar justicia y discutir nuevas condiciones de contrato con Pacheco y Masucci. Desde entonces fueron desechados. Producían los discos y no se los publicaban. Estiman, tanto José como Ángel, que para el inicio de los ochenta, cuando rompen relaciones definitivamente con la "gran compañía", les quedaron adeudando no menos de seis millones de dólares, una fortuna sin dudas en cualquier época. Pero no pasó nada.
Casos como estos ya los mencionamos en otros escritos. ¿Por qué, por ejemplo, Tite Curet se murió sin una cuenta bancaria acorde con su más que prolija pluma? ¿Por qué, por ejemplo, Barreto se murió reclamando la cancelación de quién sabe cuántos arreglos, que al igual que Aníbal Vásquez (el bailarín, tío de Roena) y el mismo Roberto le hicieron a Fania y nunca se los cancelaron? Ya leímos recientemente lo de Alfredito de La Fe. ¿Por qué, por ejemplo, a sus casi ochenta años Adalberto Santiago sigue cantando para poder mantenerse debido a que Fania le debe un dineral? Y así otros cuentos más como el del mismísimo abogado y poeta panameño Rubén Blades... Esos tipos de Fania explotaron a una cantidad de músicos.
En 1967 nace el primer LP de los Lebrón con canciones en español y en inglés (como dice Ismael Rivera en "Mañana es un día de fiesta") llamado Psichodelics goes latin, algo así como que los sicodélicos se vuelven latinos, quizás presagiando lo que vendría en el resto de su numerosa y exitosa producción.
Asunto de familia (1973), 4+1 (1975), Distinto y diferente (1976), The New Horizon (1978), La ley (1980), Hot stuff (1981) y Criollo (1982) fueron esos discos que se dieron a conocer a partir de su ruptura con Fania en 1981. Una prueba de lo que antes dijimos.
Lo cierto es que no se puede tapar el sol con un dedo. Esos irreverentes músicos que demostraron que en Puerto Rico hasta Las piedras cantan, llegaron con su "salsa y control" para quedarse, y dejarnos En las nubes trepao al decirnos que No me hacen falta la pelea y el bochinche, y que si nos gusta una pareja le pedimos "Regresa a mí, te necesito" y le demostramos que "Por cada risa hay diez lágrimas"… y En el balcón aquel se me sube La temperatura, por haber sonsacado a la chica con Vamos a inventar (ya que "isn’t true that you don’t love me")… ¡Ay, mamá! ¡Qué recuerdos!
Concierto de agradecimiento
En muestra de agradecimiento a Cali por haber sido su segundo hogar, Pablito Lebrón, enfermo a raíz de una trombosis cerebral (1981) que le afectó el habla y parte de la memoria, le pide a su hermano José ―en ese entonces con las riendas del grupo— que con motivo de su aniversario número cuarenta organizara un concierto en el teatro Jorge Isaac —en honor al autor de María, la novela que narra un idílico amor entre Efraín y María, que todos leímos obligadamente en bachillerato—. Aquel evento con fecha del 28 de diciembre de 2006 implicó una gran producción musical que se tituló como uno de sus LP, Asunto de familia (1973). Quedó conservado para la posteridad en formato CD y DVD, en donde lo más emotivo fueron las lágrimas del vocalista Pablito, tanto en Diez lágrimas como en el bolerazo Regresa a mí, en desgarradoras escenas que, a cualquiera que sienta la salsa, le enfrían el guarapo.
La enfermedad de Pablito no fue impedimento para seguir en la música y en 1988 graba en el disco El Boso la canción Tú perteneces a mí, pero daba lástima oírlo después que uno bailó y rumbeó al swing de tan originalmente melodioso vocalista. Pablito murió en Nueva York el 13 de julio de 2010. Ellos siguieron honrando a su hermano y poniéndonos a gozá, como recordándonos que Aquí llegamos nosotros… ¡Gracias, panas Lebrón!
Luis Martín