Punto y seguimos │ Distopía: ¿futuro o presente?
La inteligencia artificial ya está aquí, y no le damos la atención que merece
07/03/23.- En el año 2015 el magnate y multimillonario Elon Musk, junto a un grupo de personas —entre los que destacan el programador y bloguero Sam Altman (37)— fundaron una compañía llamada OpenAI. La intención —según se indicó cuando se hizo el anuncio de la inversión de un billón de dólares de Musk en el proyecto— no era la de lucrarse, sino la de generar investigación en el área de la inteligencia artificial, algo así como un laboratorio de investigación cuyas futuras patentes serían de libre acceso al público, en lo que sus fundadores catalogaron como un esfuerzo por la “democratización y transparencia” de la inteligencia artificial, tan atravesada por “rumores y peligros” distópicos.
En el 2020, la compañía, que ya había mostrado modelos beta de robots que habían aprendido a jugar videojuegos, anunció el lanzamiento de un programa llamado GPT-2, un prototipo de inteligencia artificial destinado a la escritura, es decir, una aplicación que copiaba y replicaba la escritura humana de una manera “convincente” con la supuesta finalidad de generar ayudantes de autocorrección, chats automáticos para compañías, etc. Sin embargo, en su lanzamiento, la prueba del generador automático de textos que se mostró al público imitaba el estilo de un artículo del New York Times, lo cual generó un debate acerca de cómo podría esta inteligencia ser utilizada para crear noticias falsas y plagios a granel, y ni hablar de hasta qué nivel podría sustituir a los periodistas. El futuro a la vuelta de la esquina.
El año pasado, la compañía —que ya no cuenta con Musk en sus filas— relanzó el chat GPT que hoy está al alcance de cualquiera con internet que ingrese a la página web del proyecto. El famoso comunicólogo y escritor español Manuel Castells publicó recientemente en el diario La Vanguardia un artículo sobre el chat que nos revela en sus tres líneas finales que el texto fue escrito por la inteligencia artificial a pedido del mismo autor: “Escribe un artículo sobre chat GPT como si fueras Manuel Castells”. Terroríficamente, hay que leer la aclaratoria para darse cuenta de que ningún ser humano produjo el artículo y que, como dice el autor, “… ahora todo es posible”.
Y si bien pueden encontrarse aún ciertos “modos robóticos” en la creación textual del GPT, lo cierto es que apenas está comenzando y que son miles las personas que, utilizándolo (¿por algo es “gratis”, no?) contribuyen a dar más datos humanos a esta inteligencia artificial, datos para que nos imiten mejor. El físico Stephen Hawkings bien nos advertía del poder de la IA y del peligro que podía representar para la raza humana. Pues la máquina ya está en funcionamiento y pareciera que todavía no nos cae la locha de que somos testigos de un futuro que llegó hace rato.
Mariel Carrillo