Letra fría │ ¿Películas vaqueras o de vaqueros? 8
10/03/23.- De la misma camada de la Reina Bandida, encontramos a Sally Skull, otra bandolera de armas tomar, a quien le encantaba el póquer, el sexo, bailar como una loca y meterse en líos, para algunos una asesina despiadada y coleccionista de maridos “con sospechosa afición a morir tiroteados en extraños incidentes”. O la negra Lola Colt, una bailarina de salón que llega junto con sus compañeras a Santa Ana, una ciudad aterrorizada por “El Diablo”, y salva al pueblo. Así las cosas, Annie Oakley terminó siendo la tiradora más famosa del mundo, más las fabulosas aventuras de la ya mencionada Calamity Jane. Entre otras mujeres famosas, todas ellas daban cuenta de un feminismo armado que muy pronto dominó a muchos hombres en enfrentamientos signados por la ley del revólver. No olvidemos cuando el pistolero irlandés Frank Butler perdió contra Annie en un duelo de puntería, y lo cómico del asunto fue que terminó casándose con ella. ¿Derrota o doble victoria?
En una anécdota buenísima, Josep Lapidario cuenta que el coronel confederado John Ford recuerda así a Sally Skull vengándose de un bocazas que la ofendió:
Sally gritó: “¿Así que has estado criticándome? ¡Pues ahora baila, hijo de puta!”, y empezó a dispararle a las botas con sus dos revólveres que sonaban como ametralladoras, apuntando a sus pies que se movían a toda velocidad en un frenético baile sobre la calle polvorienta. Aquello no fue precisamente un vals.
La música clásica fue otro de los hitos clave de la época, si no que lo diga Ennio Morricone en su excelsa partitura para “Érase una vez en el Oeste: una ópera [a juicio de Marcelo Stiletano] rodada en Italia y protagonizada por Charles Bronson”, con Henry Fonda y Claudia Cardinale, un formidable film de Sergio Leone que rompió todos los esquemas (“Un ‘Western art’, según la definición de Alex Cox, el talentoso y excéntrico director de Repo Man y confeso fanático del spaghetti western”, en acotación de Stiletano para La Nación).
Llama la atención el uso de instrumentos que identifican personajes, como en la ópera. Esto es comprensible porque la sincronización entre música e imagen se dio de una manera innovadora en Érase una vez en el Oeste. La música se compuso antes que el filme, lo cual era algo sumamente inusual, ya que aquella generalmente se adapta a las secuencias una vez que la película está completamente finalizada.
La música de Morricone para esta película se utilizó como una guía. Los movimientos de los actores se ajustaron a la música con la ayuda de grandes bocinas que se usaron durante la filmación. Igualmente, Leone realizó los movimientos de la cámara conforme escuchaba el tema del compositor italiano.
Humberto Márquez