Así comenzó el voto femenino en Venezuela

Fueron necesarias grandes y largas luchas para alcanzar ese logro.


Las mujeres venezolanas pudieron votar y ser electas por vez primera para un cuerpo deliberante nacional, en los comicios del 27 de octubre de 1946

17/03/23.- “¿Cómo es la vaina?”, exclamaría cualquier mujer de hoy si le dijeran que el día de las elecciones tiene que conformarse con hacer comida y tener todo listo para que su esposo, su padre, sus hermanos o sus hijos varones, mayores de 21 años, vayan a votar.

Y “¿cómo es la vaina?” dijeron también las aguerridas mujeres que, casi cien años atrás, comenzaron a luchar contra tan injusta segregación. Lucharon y lucharon hasta que consiguieron el objetivo en marzo de 1946, cuando la Junta Revolucionaria de Gobierno aprobó que toda la ciudadanía, sin limitaciones derivadas del sexo o de su grado de instrucción, podría participar en la elección de los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente.

Claro que para poder entrar en la disputa contra ese régimen electoral machista hubo que lograr primero que hubiese algún atisbo de democracia en un país que había transitado por 27 años de dictadura de Juan Vicente Gómez. Durante ese período (1908-1935) hubo grandes luchas que, ya sabemos, costaron muchas vidas, aunque el tirano se dio el lujo de morir tranquilamente en su cama siendo ya septuagenario, y solo entonces comenzó la transición, a cargo de dos generales formados en la era gomecista: Eleazar López Contreras (1935-1941) e Isaías Medina Angarita (1941-1945).

En todo caso, esa primera aproximación a la democracia era bastante incompleta. El sistema electoral no solo excluía a las mujeres (es decir, a la mitad del país), sino que también era clasista, pues no permitía participar a los analfabetas, lo que era igual a dejar por fuera a los hombres más pobres de los campos y las ciudades, excluidos de la educación.

El primer avance en lo que a la mujeres respecta se logró en mayo de 1945, ya bajo la presidencia de Medina Angarita, quien accedió a una reforma parcial de la Constitución de 1936. Se estableció entonces que tenían derecho al sufragio y a ser electos para cargos de elección popular “los venezolanos varones, mayores de 21 años que sepan leer y escribir y que no estén sujetos a interdicción ni a condena penal que envuelva la inhabilitación política”.

Y allí venía la pequeña concesión para las mujeres, quienes debían cumplir las mismas condiciones pero solo tendrían derecho al voto en los comicios municipales.

 

Por supuesto que ese paso fue considerado insuficiente. Los rivales políticos de Medina Angarita aprovecharon el rechazo que generó esa disposición para atacarlo y, eventualmente, derrocarlo, apoyándose en unos jóvenes militares que luego -¡vaya ironía!- volverían a instaurar la dictadura.

Medina Angarita dejó el poder el 18 de octubre de 1945 y entró en funciones la Junta Revolucionaria de Gobierno encabezada por Rómulo Betancourt. Esta junta optó por convocar una Asamblea Nacional Constituyente, y ¿qué mejor ocasión que esa para demostrar su apoyo al voto femenino y de los hombres excluidos?

El 15 de marzo de 1946, la Junta, mediante el Decreto 217, otorgó el derecho al sufragio universal en Venezuela. Se estipuló que “todos los venezolanos mayores de 18 años, sin discriminación por razones sociales, culturales o de sexo” podían elegir y ser elegidos.

Así, pues, las mujeres venezolanas pudieron votar y ser electas por vez primera para un cuerpo deliberante nacional en los comicios del 27 de octubre de 1946.

Ese día fueron elegidas 12 mujeres como integrantes de la Asamblea Nacional Constituyente. Ellas fueron Mercedes Fermín, Isabel Hermoso, Analuisa Llovera, Cecilia Núñez Sucre, Ángela Parra de Montenegro, Carmen Gracián de Malpica, Catalina de Romero, Isaura Saavedra, Josefina de Pérez, Mercedes Carvajal de Arocha (conocida por su seudónimo Lucila Palacios), Silvia Yaraure y Alicia Contreras.

La nueva Carta Magna, discutida por esa Asamblea, fue aprobada el 5 de julio de 1947, derogando la de 1936. En ella se le otorga rango constitucional al voto femenino. Gracias a eso, el 14 de diciembre de 1947, las mujeres participaron por primera vez como votantes en una elección presidencial en Venezuela, las que ganó el escritor Rómulo Gallegos.

Tristemente, el literato solo estuvo en el poder nueve meses hasta que fue derrocado y se abrió un nuevo ciclo de gobiernos autoritarios no derivados del voto popular.

En ese lapso de algo más de nueve años (noviembre de 1948 a enero de 1958), los esfuerzos ya no fueron por avanzar en la democracia, sino por reconquistarla, una tarea que asumieron hombres y mujeres y que, al final, fue desvirtuada por los factores políticos, económicos, militares y religiosos que entablaron el Pacto de Punto Fijo, a espaldas del colectivo nacional.

Grandes combatientes


Las investigaciones históricas registran que un conjunto de mujeres venezolanas constituyeron una primera avanzada para luchar por el derecho a elegir y ser electas. Destacan los nombres de Olga Luzardo, Ada Pérez Guevara, Panchita Soublette Saluzzo, Ana Sénior, Argelia Laya, Eumelia Hernández, Carmen Clemente Travieso y Amelia Blanco.

Entre las organizaciones que formaron están la Agrupación Cultural Femenina, la Asociación Venezolana de Mujeres y el Comité Pro Sufragio Femenino de Venezuela, que realizaron incluso importantes movilizaciones en las calles y presionaron a los legisladores nacionales para promover la reforma constitucional, precedida de un Estatuto Electoral que se aprobó en 1945.

Buena parte de las lideresas que encabezaron esas luchas fueron luego la vanguardia de las grandes batallas feministas de la segunda mitad del siglo XX, que significaron importantes avances en la legislación y las condiciones para la educación, la salud y el trabajo de las mujeres y niñas, aunque siguieron acumulándose grandes deudas históricas derivadas de la estructura patriarcal de la sociedad.

Constitución de todos y todas


Durante las cuatro décadas del sistema puntofijista (1959-1999), el voto femenino se consolidó, aunque con pocos avances en cuanto a la presencia numéricamente significativa de las mujeres en los cuerpos deliberantes y en otros cargos de elección popular.

El giro político que se concretó con el triunfo electoral de 1998, activó de nuevo el proceso constituyente en el país. La Constitución creada  por la Asamblea Nacional Constituyente y refrendada por el pueblo en 1999, marcó el rumbo hacia una sociedad mucho más igualitaria.

Aparte de artículos específicos que reivindican el rol de la mujer, la carta magna de 1999 es feminista raigal por su lenguaje inclusivo que, además, ha marcado la pauta para todas las legislaciones subsidiarias que se han aprobado después, para el modo de expresarse del liderazgo, en las comunicaciones oficiales de las instituciones y en el discurso educativo a todos los niveles.

Todos los factores reaccionarios que se asociaron desde un principio para oponerse a su aprobación y luego han tratado de derogarla de múltiples maneras, han tenido múltiples razones para estar en contra de la Constitución Nacional Bolivariana. Una de ellas es ese enfoque igualitario, el empeño en señalar siempre que ella es el libro de todos y de todas.

En años recientes la batalla ha sido por la paridad en los cuerpos deliberantes y en los cargos partidistas. En eso andamos.

CLODOVALDO HERNÁNDEZ / CIUDAD CCS


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