27/03/23.- Este 2023 se cumplen diez años de la presentación internacional de la visión de Comunidad de Futuro Compartido para la Humanidad, década que se celebra en el marco de la reciente y muy relevante visita de presidente Xi Jinping a la Federación de Rusia y posterior a la reelección de Xi para su tercer mandato presidencial.

La reelección de Xi, no solo constituye la aprobación de su visión en la diplomacia china, sino la ratificación de la concepción de un destino común de la humanidad como base importante para implementar el desarrollo pacífico y construir un mundo armonioso con valores comunes para la paz de la humanidad, apegada al derecho internacional, al verdadero multilateralismo y cooperación inspirados en la relación ganar-ganar de los pueblos.

A partir del desarrollo del concepto de Comunidad de Futuro Compartido para la Humanidad, se han planteado la Iniciativa de la Franja y la Ruta, a finales de 2013; la Iniciativa de Desarrollo Global, en septiembre de 2021; la Iniciativa de Seguridad Global, en abril de 2022; y, más recientemente, la Iniciativa de Civilización Global, en marzo de 2023, que ha sido adoptada de forma progresiva por naciones asiáticas, europeas, africanas y latinoamericanas que contribuyen a la construcción del sistema de gobernanza global que ha avanzado de lo estrictamente conceptual a la implementación, a través de una importante plataforma de cooperación comercial, social, cultural y energética, entre otras.

La adopción de estas iniciativas por la comunidad internacional demuestra el importante liderazgo que ha asumido China, no solo como financiador del desarrollo, sino como mediador en importantes conflictos, cuyo resultado más evidente es el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, tras siete años de conflicto, entre Arabia Saudita e Irán, y la importante contribución de doce puntos del plan de paz para resolver el conflicto en Ucrania.

Sin embargo, esta concepción que hoy está más vigente que hace diez años es naturalmente antagónica a la visión de dominación y hegemonía estadounidenses, del denominando mundo occidental; es una visión y acciones que amenazan la influencia y que, por ende, generan importantes contradicciones en la comunidad internacional. Por eso es muy acertado el análisis de Fiódor Lukiánov, editor jefe de la revista Russia in Global Affairs y director científico del Club Internacional de Debates Valdái, donde expresa que China “ha abordado la crisis ucraniana con la confianza de que la era de la calma ha terminado y de que el éxito futuro no se logra evitando los conflictos internacionales, sino implicándose en ellos de forma significativa”.

En este sentido, China, Rusia y las naciones del sur global, naturalmente no encajan en el fracturado sistema internacional construido bajo los auspicios de Occidente tras la Guerra Fría, y su fuerza y actuación exigen una nueva configuración multipolar.

En este sentido, construir y aportar en la concepción del destino común de la humanidad es una necesidad de las naciones que desean y deben tener un rol protagónico en el sistema internacional y en la promoción del desarrollo real de los pueblos.

Orelys Castillo