Historia viva | Miranda, el más universal
Miranda cruza la historia de América por su talante ético como pionero anticolonialista
29/03/23.- Caminos de libros han reconstruido la vida y obra de Francisco de Miranda, el caraqueño más universal, de un tránsito libertario entre los siglos XVIII y XIX. Quizá ese cambio de época entre la Monarquía y la República, y su propia experiencia de grandes guerras que parieron nuevos ensayos políticos, le dieron la comprensión del mundo en el dilema de nuevos tiempos que aún hoy convulsionan por la justicia social. Estuvo este venezolano, hijo de canario, en los tres grandes eventos bélicos que estremecieron el orbe en ese trance histórico, la Independencia de EE. UU., la Revolución francesa y la independencia de la América Meridional, desde Venezuela.
Hay un episodio del trayecto vital de Francisco de Miranda que ocurre a finales de 1800 y es su relación con algunos dirigentes de la revolución estadounidense, incluyendo al presidente John Adams, el padre de John Quincy Adams, el verdadero creador de la doctrina Monroe.
Después de los eventos en Pensacola, donde Miranda tuvo una destacada labor militar como oficial del Ejército español en la lucha contra los ingleses en ese territorio continental norteamericano, el joven militar pudo conocer de cerca los principios que orientaban la revolución de independencia de los EE. UU. Luego de las intrigas y persecuciones de la cual fue objeto por gendarmes españoles en Cuba, fue llevado por otros derroteros y decidió irse al norte en 1783. Allí entró en contacto con George Washington, Alexander Hamilton, Henry Knox, Samuel Adams y Gilbert M. de Lafayette. Estudió durante un poco más de un año las orientaciones políticas de la revolución norteamericana y giró hacia la idea de la independencia de la América bajo el dominio español.
Se fue a Inglaterra a madurar el plan de la liberación de esos territorios y comienza a planificar las vías para dar concreción a esa idea. Miranda tuvo siempre la esperanza de contar con el apoyo de los dirigentes estadounidenses para la gigantesca y osada empresa de iniciar la independencia en el sur de allí su relación epistolar con ellos.
Mientras Gual, España, Picornell y otros patriotas asumen las luchas contra el gobierno español en iniciativas independentistas en la provincia de Venezuela y le convocan a venir y liderar el proceso. Francisco de Miranda hace esfuerzos supremos por animar al gobierno de John Adams para arrear un proyecto de liberación al sur. Igual lo había hecho con el primer ministro británico William Pitt cuando le escribió en 1791: "Mis miras han sido siempre y son hoy tan solo las de promover la felicidad y la libertad de mi propia patria (América del Sur) excesivamente oprimida; y al hacerlo, ofrecer también ventajas comerciales a la Gran Bretaña". Pero los británicos no le dieron crédito a sus palabras.
Miranda para ese momento era un alto oficial, veterano de las guerras de Francia contra Prusia, granjeado de fama como estratega. Las respuestas de los líderes norteamericanos le animan en esperanzas cuando Hamilton le escribió en 1799: “Hace mucho tiempo que usted conoce mis sentimientos acerca de los objetivos que usted me señala”.
Su comprensión geopolítica le señaló que sin el apoyo de una potencia interesada en asumir el riesgo de negociar las vastas riquezas de Suramérica no era posible tener éxito. Y eso lo sabía también las diplomacias británica, francesa y norteamericana, que no se arriesgaron a entrar en guerra contra España y sus aliados monárquicos. Así Miranda prácticamente es detenido en Londres, sin derecho a pasaporte para viajar a América, sin recursos económicos, salvo una pensión ofrecida por el gobierno británico como teniente coronel, siendo él ya un general consagrado. Es acosado y vigilado por los espías españoles y otros conspiradores que lo invitan a desviarse de su enfoque liberador hacia América.
La épica de Francisco de Miranda cruza la historia de América por su talante ético, en tanto fue pionero al pensar en la soberanía de estos pueblos subyugados por los colonialistas europeos y desafiar siglos de dominación cultural para abrir pasos hacia valores republicanos.
Es con su persistente carácter y convicción política que, a todo riesgo, se dirigió a costas venezolanas con el propósito de desafiar la Monarquía española. Efectivamente supo de las debilidades del territorio cuando arribó a Coro e izó por primera vez el tricolor que daría símbolo a las siguientes luchas independentistas y anticolonialistas de América del Sur.
De Francisco de Miranda tenemos mucho que aprender como crisol de ímpetus revolucionarios y su persistente convicción liberadora. Luego de tropiezos y dificultades tan extremas como su encarcelamiento en Cádiz, España, mantuvo siempre su infalibilidad por concretar su proyecto, ese que Simón Bolívar retomó e hizo realidad y que aún continuamos consolidando y construyendo.
Aldemaro Barrios Romero