Araña feminista | Lo que la pandemia dejó a las mujeres
10/04/23.- Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en 2021, 56,9 % de las mujeres en América Latina y un 54,3 % en el Caribe se encuentran ocupadas en sectores en los que la pandemia tuvo un mayor efecto negativo. A ello se suma el aumento del precio de la energía y de los alimentos. Esto determina el crecimiento de la pobreza de los hogares en general y de las mujeres en particular. Se estima que alrededor de 118.000.000 de mujeres latinoamericanas se encuentran en situación de pobreza, 23.000.000 más que en 2019. Hay un círculo vicioso entre cuidados, desigualdad, precariedad, exclusión y pobreza, que se agudizó durante la pandemia de manera muy evidente.
Las mujeres en todo el mundo, y en nuestra región, estuvieron en la primera línea de atención a la pandemia. Un 73,2 % de las personas empleadas en el sector de la salud son mujeres, quienes han tenido que enfrentar una serie de condiciones de trabajo extremas, como extensas jornadas laborales, que se suman al mayor riesgo de contagio. En especial, una amplísima mayoría de mujeres que se encargan de la enfermería y el cuidado a ancianos en las casas hogar, ocupaciones estas con las más bajas remuneraciones.
La contracción del sector del turismo, muy feminizado, en el que un 61,5 % de los puestos de trabajo están ocupados por ellas, afectó principalmente a los países del Caribe. La pandemia ha impactado en los pequeños negocios de servicios de comida, cuidado personal y otros que estas solían encabezar.
Por otra parte, exacerbada por la crisis y la pobreza, no se ha detenido la violencia contra las mujeres: la trata de mujeres para servicios sexuales se vio favorecida y ampliada por las migraciones ilegales que intentan encontrar mejores oportunidades o que son expulsadas por sociedades con enormes dificultades de sobrevivencia.
Los hogares latinoamericanos se convirtieron en centros de estudio y trabajo, teniendo o no las condiciones de espacio físico y equipamiento necesario (internet, computadoras, etc.). Las vidas profesionales y personales no tuvieron horarios ni separaciones, entonces las mujeres fueron obligadas a compatibilizar la recarga de cuidado de sus familias con el trabajo remoto. Profesoras enseñando on line y acompañando a sus propios hijos e hijas en las tareas, y también atendiendo a estudiantes en horarios extendidos y poco definidos.
Mientras algunas han logrado mantener sus ingresos o viven en la burbuja mejor ubicada, otras trabajadoras de base e informales fueron expulsadas hacia la precariedad y la pobreza.
Alba Carosio