Psicosoma | Empatía estelar
Desconozco camisas de fuerza para conocer, sentir amor e intuición. ¿Para qué las certezas? ¿acaso la seguridad de estas líneas me garantizan, de no ser las penúltimas?
Por qué la racionalidad y lógica del pensar cartesiano? Nos cuesta ser fracciones e instantes, gestos, movimientos del cuerpo, rostro, ojos, boca…
Todo es un misterio, sagrado al compartir los corazones, fluir del torrente sanguíneo, venas y arterias o derrumbes de rocas trombos que nos duermen las piernas, brazos o se instala un derrame cerebral, asfixia o anoxia cerebral… Cuan extraños son los movimientos peristálticos del estómago, o el crujir de tripas, esos truenos. La piel, es un misterio con sus kilos de ropajes reciclados que nos imanta calores y fríos que se alargan, adelgazan y desplazan al atravesar todo con sus porosidades.
Siempre me descubro en rocíos y en disolución al levantar en las mañanitas al sol Inti y estiro el tronco, abdomen en inspiraciones profundas en los cuartro puntos cardinales.
Este cuerpo trata de armonizar, y pase lo que pase, agradece la luz del amanecer, a las Pléyades, neutrinos, la Estrella del Sur y Orión, a los anillos de Saturno que me hermana en sus gases y regreso a la invisibisilidad, a las vibraciones del canto de ballenas estelares, con el Carnero, Capricornio, Piscis, Escorpio, Tauro, Aquarium, Sagitario…madre Isis Virgo, avanzo con las gemelas lunas y de pronto los espectrum iluminan.
Somos esqueletos en tierra, andantes bachacos, fila ósea de columna vertebral, hasta el coxis. Inmensas caderas, omóplatos, tibias y peroné. Increíbles huesecillos del pie y de las manos. Esos nudillos truenan en chasquidos, puro galope del corazón mudo, quieto que mira a una cabeza con cuatro fosas o mejor las tres visibles, son agujeros negros de ojos y boca. Alli están sus ojos que mira, remira y allí estoy. Tan distinta es la mirada interna, una boca es la entrada al barranco o al tobogán serpentino.
No hay tiempo lineal para la empatía y el amor, son fuegos incandescentes, que se nutre al mirar al fondo de las fosas oculares, una especie de atravesar, migrar en las células, plasma, neuronas intestinales directas al cerebro; fuego sacro. Luces que nos regeneran al ser mirados, y existimos al levantar, cultivar carnes, músculos, ligamentos uno a uno en vigilia.
En pandemia aprendimos la autocuración, a través del silencio sentimos los órganos, valles, colores y sonidos internos; estamos atravesados de cielos e infiernos que al implosionar nos achicharran para renacer, cavar en sí misma hasta la médula y escuchar otras dimensiones, prolongaciones corporales, energéticas, espirituales…
Casi siempre son las mismas ataduras, traumas y miedos en diferentes bemoles, que nos ha cortado la hermandad para sentir, y poder ayudar a alimentar los fuegos espirituales, las aguas creadoras y aire cósmico. Las comparaciones y patrones se repiten…
En un inicio fuimos luminosos y luego las diosas y dioses nos hablan para renacer del caos, aniquilación. Somos puntos e intersección en el espacio y en ese remiendo venimos en diversos minerales, animales, plantas… Despertamos en El sueño y hundimos los poros en las montañas. Te soñé y vi la forma de un cuerpo, que yacía a mi lado derecho, aliento que me atraviesa y desdigo, ¿será posible mudar de pieles, gotas de sudor, vello recién nacido, un folículo piloso con raíces en el alma …?
Rosa Anca