Punto de quiebre | Lo mataron porque tenían que matar a alguien

Lo acusaron de robarse una caja de herramientas y una batería de auto

18/04/23.- Creo que nunca se sabrá si Roisber era inocente o responsable de los delitos menores que se le achacaron. Sus victimarios se erigieron en policías, luego en jueces y finalmente en verdugos y le dieron muerte. No hubo derecho a la defensa. Ni siquiera le preguntaron cuál sería su último deseo en esta vida. Mucha gente vio todo desde los balcones de sus casas, lloró y uno que otro hasta gritó. Pero nada podían hacer. Ya la decisión había sido tomada. Y fue tomada con una cruel pasividad y una escalofriante normalidad, como quien decide pisar una cucaracha o matar un zancudo. En algún rincón se estremecía un librito azul, abrazado de otro llamado Código penal.

Con Roisber no funcionaron los estereotipos. No lo mataron por el simple hecho de ser negro. No tenía cara de indigente ni de pobre. Tampoco le quitaron la vida acusado de ser homosexual. Es más, no tenía cara de muchacho malo. Lo mataron porque sí. Porque tenían que asesinar a alguien. Era un jovencito apuesto, como muchos en Ciudad Tiuna. Vestía bien. Andaba a la moda. Se había hecho varios tatuajes en el cuerpo y usaba piercing. Uno lee su Facebook y solo encuentra que era una persona vinculada al mundo artístico y religioso. Fue creador de la productora visual Siprovi, que presta servicios a músicos de rap. Precisamente, el rapero cristiano Rusto Camacho pidió en su Face "oraciones para el hermano Roisber".

Su muerte, su aberrante muerte, fue grabada por los vecinos con sus teléfonos celulares y subida a las redes sociales. Un gigante escalofrío comenzó a recorrer los cuerpos. Fue el desamor, la deshumanidad, que les cobraban a los internautas y les recordaban "en qué nos hemos convertido".

Hay un dolor que te golpea seco en el pecho por la muerte de ese joven. Nada justifica la atrocidad que vivieron él y su familia. Pienso en su madre (…) Pero hay un dolor un poco más profundo, que también es como un miedo, por la capacidad que estamos teniendo de disociarnos y llegar a conductas tan, pero tan, abyectas, tan perversas. Hay una maldad enorme en una persona que quema viva a otra.

Esto se atrevió a escribir, en un chat del WhatsApp interno de Ciudad Tiuna, uno de los residentes.

Es muy poco lo que se ha dicho de Roisber. Probablemente tenía hermanos y madre. Lo más seguro es que tuviera novia, a lo mejor se la pasaba montando videos en TikTok y los viernes se instalaba con sus amigos de la urbanización a consumir drogas o a tomarse varias Malportadas o unos anises con Gatorade azul. Pero también cabe la posibilidad de que, ciertamente, haya sido un malandrito, o a lo mejor no conseguía trabajo y estaba "quebrado", o no tenía nada que comer en casa y salió a ver "qué se rebuscaba por ahí"; y quizás el destino le puso por delante la puta caja de herramientas y la batería de un auto y él, muchacho al fin, (porque solo tenía veintidós años) la tomó, no porque la necesitara para reparar algo, sino ante la probabilidad de que al venderla en el mercado negro pudiera conseguir algo de plata. Nada de eso importa ahora. El mal ya está hecho. No hay vuelta atrás.

Y digo que creo que ya nunca se sabrá si era inocente o culpable de los delitos menores que le achacaron porque la policía no está investigando robo o hurto alguno, pues denuncia no hubo, ya que sus "víctimas" simplemente no creen en la justicia. Ellos solo creyeron en hacerse justicia por sus propias manos, según sus códigos propios. La policía solo está investigando el asesinato, el vil asesinato de un joven a manos de tres desalmados que, sin pudor ni vergüenza alguna, pues lo hicieron a plena luz y ante decenas de mirones, lo agarraron, le entraron a golpes y luego le prendieron candela.

Roisber corrió en defensa de su vida. Se convirtió en una antorcha humana que hizo llorar a quien lo vio. Se revolcó en el piso buscando quitarse el dolor que le causaba el fuego cuando asaba su carne y sus entrañas. Solo un vecino salió en su auxilio y lo ayudó a apagarse con un trapo. Fue llevado al hospital. Iba consciente, sentado, con una mueca de espanto y un dolor indescriptible. Luchó durante cinco días por su vida, pero al final sus fuerzas lo abandonaron.

Por el caso, la policía ya detuvo en una de las veredas de Coche, cercanas a Ciudad Tiuna, a Eliecer Eduardo Nieto, de 23 años de edad y Pedro Luis Pérez Mireles, de 33 años. Ambos son los hombres que aparecen en el video golpeando a Roisber cuando estaba indefenso en el piso. Aún falta por detener a Karina Alexandra Ortiz, de 38, que es la mujer que aparece en la grabación rociando con gasolina al infortunado y luego le prende candela, en un terreno baldío frente a la torre 13 del sector conocido como "Los Rusos" de Ciudad Tiuna, un urbanismo enclavado dentro del principal fuerte militar del país, que lleva el mismo nombre.

 

Wilmer Poleo Zerpa


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