Palabras... | Carta penúltima a un amor que se acerca

Militar en la pareja o militancia para hacerla posible

20/04/23.- Tendrá que atenerse a lo que vendrá. Similar e inevitable, seguirá apareciendo lo perdido. O estará aquí donde estemos habitando en el símbolo o en la cama. Al margen del afuera, para vernos tras la cerca recibiendo cada quien el trueque, y cada cual, en el lugar de la seducción, ajustándose a la mirada personal. Porque agraciadamente nos quedamos en las cosas y en los seres que fraguan el inicio, cuando nos sellamos en los cielos que van cayendo o en las lunas que se van hacia su lado oscuro a iluminarlo todo con lo nuevo.

Así practico la imagen y la resolución, a la vez que las dibujo, las borro, desviando ver por dentro.

Qué será de la vida ansiosa de conocer el mundo diverso cuando se vuelve árbol deshojándose en la rutina de una relación. Sin negar lo infinito de cada mundo inepto o de cada mundo apto.

De dónde vendrá el amor convencional sino del espejo de la mercancía. Quién no ha sido tan torpe en disfrazarse de elegancia para sostener adioses, para postergar verdades tristes. Y quién no se resigna a cada rato en estos avatares sin saber a qué renuncia, para distanciar dolores masivos y continuar a medias viviendo emociones maltrechas.

El bien y el mal, a pesar de que es la síntesis de un universo de aciertos y sinsabores, da sentido al conocimiento de lo que no sabemos, debido a que el bien te hace sentir glamoroso y el mal atenta contra tu sueño.

Son millones los años que han pasado, pero cada vez la decadencia es mayor. Y todavía creemos que esa vastedad de la ignominia no ha tocado para nada estos repetidos sentimientos esquemáticos. Esencialmente, a partir del momento en que la academia metió económicamente la mano en la cama y la valoración en la moral de su interés.

Desde entonces hemos estado poniendo en peligro nuestra muerte. Colocando en el camino códigos vencidos, formas de moda, conflictos y haciendo uso de guías cuyo propósito oculto es el beneficio de la mercadotecnia.

Enredados así, vamos apurando con cansancio, depresiones y adicciones el morir fuera del designio que nos corresponde. Sería tal vez más perentorio actuar comedidamente sin ánimo de coleccionar amores, para no colocar con prisa y en colisión brutal lo alado del corazón.

Creo, sin que sea un póster estándar, que la sabiduría originaria no podría enseñarnos en este caso a vivir lo que ellos no vivieron bestialmente, pero sí a no enfadarnos ni dejarnos caer después de los errores sucedidos. De ellos, con pinza prudente y posesionado por un enviado, coincidimos en las herramientas de varias previsiones en medio del abrazo, no tomar nada como si todo fuera con uno el importante, que la palabra transversalmente pase el parte por el corazón, entregarlo todo sin reservas y sin miedos, y no usar la imaginación pensando en el otro como verdad. Y fundamentalmente: ser militante de la pareja estando en vigilia para no descuidar la cosmovisión, estar en el mundo sin ambicionarlo ni ostentarlo todo, excepto protegerlo con respeto filial, creer más por dentro que por fuera y ser feliz en los sentidos.

Pero qué pasaría con la vida que no vivimos solo por entretenernos con el amor convencional. Dónde nos quedamos. O cuál de los amores que vivimos, que carecieron de estas pinzas de la sabiduría hubiesen podido haber sido el amor de nuestra vida.

Observado en mí y en los otros que nos adjuntamos, con palabras huecas igual se puede sostener el andamio, pero también minar las bases de su derrumbe.

Para lo bello, los sentimientos; para la resistencia, lo común, y para el éxito equivocado, a nada decir no, y a todo no decir sí.

La maravilla está con nosotros, lo demás es ingenuidad falsa y torpeza en el uso y la no comprensión de lo que tampoco llega ileso.

En sí, presiento que pasarnos a la otra acera tampoco resuelve, pero sí saber con basamento histórico de la vida de cada quién que no es juego amorarse, cuando lo que hacemos es ponernos las cadenas. Lo que es alertado impresionantemente en el beso original y el abrazo simultáneo, desde el momento en que ya nos creemos inmortales y camino terminado.

El fracaso continuado es menos doloso cederlo a otro contemporáneo cuando desestimamos la herencia olor a flor íntima que viene con nosotros desde la región de Animalia, y la profunda combinación con lo novedoso que juntamos del procesar cósmico.

Todo eso somos y es brutal ignorar las posibilidades que tenemos para conseguir una salida victoriosa a los amores perdidos. De mi parte, ayudaría saber amar lo que vendrá, siempre y cuando no tenga que poner en riesgo mi muerte. Esencialmente, consintiendo dual el acariciar la belleza como un pájaro en manos responsables. Estamos acumulados de sentidos y desbordados de sentimientos en desuso. La ternura está en la piel y purifica en el abrazo a los que se aman, y a los que se cobijan juntos con todo y cara y se miran niños en esa otra constelación celeste creada por los que duermen tomados de la mano.

Así no he sido yo y lo confieso, y por eso escribo la experiencia del infortunio a destiempo. Aunque semejantes seres también se fueron de mi lado a perfeccionar el error en otros supuestos asombros.

También es honesto decir que esta terquedad de hacerle creer a la vida que somos seres afortunados por el hecho de coincidir en una alcoba que está apenas en lo bello de los inicios, y distante todavía del drama de los espantos, es un descuido de la vida. Al parecer ya todo viene empaquetado con lazo y color. Los años que nos quedan sabrán del complemento, y habrá que sacarle una baraja a la providencia para que se caiga el antifaz.

Afortunado es aquel que está claro de lo irresoluble sin saber el desenlace de lo que pugna y laberinta. O se deja que la vida coja su camino solitario o se asume quedarse haciendo omisión tamizando dolores y subestimando conflictos de vida.
El desorden inútil o la aquiescencia para enmascararse como liberación.

Los restos de otra acepción asertiva está custodiada en el corazón, mientras se prepara el salto para otros tiempos subjetivos que lo posibiliten.

Evidentemente, se paga un alto costo en dramaturgia por retener lo que, hasta directa o indirectamente, mata si se pierde. Y es el miedo al dolor el que asoma en todas partes, y es el odio a lo perdido lo que degolla. De esos demonios está heredada la novela de lo ignoto, y de esa probabilidad de otro mundo aquí mismo está hecho lo todavía sin hacer.

Persisto más en la comprensión de lo indeterminado, que nunca el amor será superior a la vida, aunque una vida sin amor verdadero sea una desgracia.

En tanto el matrimonio ate la dualidad y el concubinato lo amenace un postulado amarrando los sentimientos para asegurar los bienes y el cuerpo, seguramente el acoso de la soledad hará su trabajo incisivo y la libertad estará luchando contra toda fe por existir.

Qué más da, mientras tanto el amor convencional sobrevivirá en el miedo, la lucha militante de pareja seguirá su insistencia, y su contraparte el metaverso de los juntos conspirará a costa de la decepción.

En fin, creo que no debemos guardar ideas de odio, lamentos imposibles de resolver o atavíos pesados de llanto y conmiseración, que abruman el sueño espiritual, porque ayudaríamos a perder antes de llegar el amor sencillo y necesario, que está en camino.

 

Carlos Angulo


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