Retina | Poderoso abril

24/04/23.- "Cuando viene un golpe de Estado, uno lo siente en la piel", me dijo un día Joel Atilio Cazal, el mítico director de la revista Koeyú Latinoamericano. Él sabía mucho de eso, había sido perseguido, preso y torturado por las dictaduras de Paraguay y Uruguay, desde donde logró escapar para vivir como asilado político en Venezuela.

Lo he recordado en estos días, en este mes de abril que se nos quedó marcado por el peligro y por la victoria, enmarcado en un paisaje del peor manejo de las empresas dedicadas al entretenimiento y la información, cuando televisoras, radios y diarios se portaron como promotores de una masacre con la que pretendían hacer que Venezuela retrocediera al reparto de poder que había existido antes de la victoria popular lograda en diciembre de 1998.

También lo recuerdo porque Joel dedicaba gran atención al afiche central presente en cada edición de la revista, en la que publicaba, como reconocimiento especial, un poema selecto de alguna o algún poeta de América Latina, pero nunca poemas de personas que estuvieran vivas.

Sabio, como era Joel Atilio, entendía que los seres humanos podemos ser realmente vistos una vez que hemos realizado toda nuestra trayectoria de vida. En el camino podemos a veces cambiar de ruta, y no siempre los nuevos senderos son coherentes con los mundos que nos habíamos propuesto potenciar.

Lo recuerdo más cuando podemos constatar que en medio de la agresión y el peligro permanente a que nos someten las élites de Estados Unidos —que han generado innegables miserias y carencias para todos— hay personas que en nuestro nombre se dedicaron a lucrarse, a robarnos, a acumular dinero y propiedades, en lugar de contribuir a aminorar las carencias de la gente.

Hay, entre esa gente, nombres de personas en las que todos habíamos depositado importantes grados de confianza, pero la vida no les sirvió para ser coherentes con las ideas que decían defender. Los pudrió el poder y los recursos de los que pudieron disponer desde allí.

Antes que se vaya este mes de abril, recupero la sensación de peligro que vivimos en 2002, cuando la televisión transmitía asesinos felices que decían saber dónde buscarnos a todos, y el asedio a casas y embajadas para llevar la muerte a todas partes.

Pero, sobre todo, recupero la tierna serenidad y firmeza de nuestra gente, llegando de todas partes a reafirmar su deseo de una Venezuela que avance por rumbos distintos a los que se dictan desde Estados Unidos.

También se siente en la piel, lo sabe Joel, esa gentileza de la victoria chavista, hecha de abrazos y sonrisas, de fraternidad, donde no pesa el odio y menos pesa la venganza.

 

Freddy Fernández

@filoyborde


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