Vitrina de nimiedades | Trabajo: mitos y leyendas urbanas
Y a la hora de la salida,
lo recuerdo como ayer,
el sermón de mi viejita
diciendo: Mi'jo, hay que laborar
de cabeza y nunca pa'trás´.
El Gran Combo
29/04/23.- Trabajar puede ser el acto más glorioso de la historia, y, al mismo tiempo, una práctica rodeada de fantasías, mitos y leyendas. Una épica convertida en monotonía, con medias verdades y algunas afirmaciones que pueden condenarnos a sufrimientos inexplicables, presiones absurdas y ratos inolvidables, no precisamente por satisfactorios.
Basta hurgar en nuestra memoria y conseguir ideas sobre el mundo laboral sembradas desde nuestra infancia. ¿Una prueba? La supuesta existencia de trabajos "papita", hechos para no ensuciarse y permanecer ocho horas con las nalgas pegaditas a la silla. También, existen empleos ideales para los "no estudiados": básicamente, se trata de tareas que nadie con un pergamino en casa (léase, un título universitario) quiere hacer.
Con esas y otras cuantas ideas más, cargadas de las expectativas familiares, las aspiraciones personales y las fantasías de las redes sociales, se alimentan estos mitos y leyendas urbanas del mundo laboral. ¿Lo duda? Vamos a meterle escáner a algunas de esas ideas, a ver si eso nos da la chispa para pensar un poco más en cambiar las cosas. Está en su derecho de compartir y rechazar lo que a continuación leerá, pero al menos tómese algunos segundos para cuestionar.
¡Acá vamos!
1. El salario es la principal recompensa para cualquier trabajador: Aquí aplicaría el principio arjoniano de "Sí, pero no", o también el de "No, pero es un sí camuflajeado". Por supuesto, queremos un buen pago por lo que hacemos, ¿pero eso es lo único que puede recompensar horas de esfuerzo? ¿Qué es una buena paga? ¿Qué se necesita para sentirse realmente recompensado?
Hacerse esas preguntas parece ocioso, pero muchos vivimos con ellas en la cabeza. Nadie nos advirtió qué nos pasaría y, por supuesto, en pocos espacios se habla con total libertad sobre estas dudas que, en realidad, esconden reivindicaciones insatisfechas.
2. Trabaje mucho y duro para que tenga todo lo que necesita: A veces, sí; a veces (muchísimas), no. Si existe una gran injusticia en la vida es precisamente dedicarle horas de esfuerzo a un trabajo y no tener lo necesario para vivir. De eso sabemos bastante en este lado del mundo, donde el modo "multitrabajo" se ha impuesto para enfrentar la guerra contra nuestra economía. Pero eso no es un mal exclusivo de este país: escriba "multiempleo en el mundo" en el navegador y comience a ver la misma realidad en otros países, potenciada por un modelo social que tiene rato con el motor fundido.
3. Ser jefe es un premio: Podemos discutirlo. Puede que sí, puede que no. La lógica indica que asumir ese papel es propio de quien más sabe, del más capaz. No hablemos de los casos en los que no es así, porque existen. Vamos con aquellos jefes que "se merecen el cargo": muchas veces, un profesional talentoso se pierde entre papeles, la burocracia potente, esa que nos pone a caminar en círculos; las sesiones de psicología empírica con empleados y las presiones por cumplir un objetivo, aunque las condiciones no ayudan. Puede salirse airoso de esto, pero no ileso. Vaya precio que se paga a veces por tener talento.
4. No estamos solos en esto: No se trata de un mito ni una leyenda, sino que es una verdad que deberíamos dimensionar mejor. Frente a un mundo con mayores desafíos, donde la tecnología, las luchas políticas y las transformaciones geopolíticas nos ponen en mayores aprietos, los trabajadores tenemos cada vez muchas más necesidades y expectativas en común. Eso no es nuevo, pero vale todo poder entenderlo y asumirlo. A lo mejor así conseguimos la forma para derrumbar los mitos y las leyendas urbanas, y hacerle justicia al hecho social del trabajo.
Rosa E. Pellegrino