Ahora los pueblos | Honestamente

04/05/2023.- Nuestros abuelos y abuelas suelen decir que somos "pobres, pero honestos", dejando entrever que enriquecerse del trabajo ajeno, la trampa y la corrupción no forman parte de los atributos de la familia popular venezolana. Lejos de la percepción general, considero que la honestidad es uno de los valores fundamentales del pueblo venezolano. Nuestra idiosincrasia se identifica con la capacidad de hablar y actuar con sinceridad. Se nos hace difícil mentir, engañar, robar o hacer trampas para sacar provecho del otro.

La venezolanidad lleva implícita la dignidad de asumir que la integridad personal no tiene precio. La honestidad verdadera permea todos los aspectos de nuestra vida y se manifiesta socialmente y en el entorno íntimo de las familias. Esto quiere decir que la mayoría de los venezolanos y venezolanas muestran un comportamiento coherente, donde sus acciones son consecuentes con lo que piensan y predican.

El pueblo de a pie no vive de las apariencias. Su sencillez lo lleva a mostrar respeto hacia sí mismo y los demás, siendo la confianza clave de las relaciones sociales en nuestras comunidades populares y en el comercio a pequeña escala, basado en la honestidad. Esta cualidad ha sido nuestro mejor antídoto frente a la guerra multiforme, que apuesta por la descomposición social y la lucha de la sobrevivencia del "todos contra todos".

La caotización de la cotidianidad a la que apostaron los factores opositores internos y externos, que favorece e incentiva la creación de mafias que se hacen con el control de los pocos recursos existentes para beneficiarse de las crecientes necesidades, ha chocado con la condición de un pueblo capaz de reinventarse en sus propios valores. No significa que sectores sociales no hayan sido permeados por los antivalores que incitan a sacar provecho en circunstancias difíciles. Nos invito a mirar con detenimiento las prácticas solidarias, de intercambio, de apoyo que sustentan y posibilitan nuestro modo de vida.

La red de distribución de alimentos de los CLAP (Consejos Locales de Abastecimiento y Producción), que favorece a siete millones de familias, no fuese posible sin el trabajo desinteresado de los cientos de miembros que la conforman. Asimismo, el plan masivo de vacunación contra el COVID-19. Cada vez que una secretaria, un mensajero, un portero, los técnicos de las empresas estatales de telefonía, electricidad y sistemas de transporte, pese a los bajos salarios, hacen "magia" para llegar a sus trabajos, cumpliendo con sus jornadas y dando su mejor esfuerzo para resolver las múltiples situaciones que se presentan —y hacer que el aparato estatal y el país no se paralice—, dan muestra de la honestidad del pueblo venezolano.

Venezuela durante su devenir histórico ha enfrentado diversas y profundas crisis, de las cuales siempre ha emergido victoriosa, echando mano de las reservas morales de su gente. Sin embargo, se nos ha impuesto la autopercepción de ser un pueblo deshonesto. El maestro Luis Britto García nos dice en su obra El verdadero venezolano que: "La nación que hoy es Venezuela debió redefinir su identidad en varias circunstancias críticas y en casi todas ellas sectores dominantes foráneos o internos impusieron al venezolano una autoimagen negativa".1

Con esta necesaria reflexión pretendo rendir un justo homenaje al honesto y trabajador pueblo venezolano.

 

Anabel Díaz Aché

 

Fuentes consultadas:

1 Britto García, L. (2017). El verdadero venezolano. Mapa de la identidad nacional. Caracas: Monte Ávila Editores; Fundarte.


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