Letra veguera | La derecha

De todos los colores

10/05/2023.- Acaso la oposición venezolana goce de cierto entronque ideológico con el ultraconservadurismo universal, como corresponde a las derechas, que se cuelgan de sus ramajes medievales y, por comodidad filosófica —diría Manuel Rosales—, a veces hacen tierra en alguna porción del legado de Pío XII (seguro es el caso de Ramón Guillermo Aveledo o del actual joven jefe de Copei o de los curas de la Conferencia Episcopal Venezolana, CEV); o en los conspicuos idearios de Jean-Marie Le Pen o Carl Schmitt, o del antropoide Diego Portales, manantial de Pinochet y cuyo retrato aún figura invicto entre los emblemas de una clase media chilena enganchada en el pasado y en los decorados de los otrora gobiernos de la señora Bachelet, del socarrón de Piñera y del Boric que arriba a La Moneda en bicicleta para rodar su dudoso progresismo.

Vean la Constitución de Chile.

Se sabe que la extrañeza, la fragilidad de los arquetipos que ayudan a crecer al ser humano moderada y equilibradamente en sociedad; las carencias, los desafectos proverbiales señalados por Freud como detonantes explosivos de psicopatologías de cuidado son causas importantísimas para el estado de la salud mental.

Por eso, no es nada improbable que desde la caverna secreta de la oposición venezolana haya uno que otro que suspire con nostalgia por la Falange Española o se vaya de bruces con sus emociones de alcoba, al imaginar un busto de Primo de Rivera en una esquinita de La Castellana, lo más cerca posible de un Burger King o de una venta de empanadas sofisticadas, que ni son chilenas ni venezolanas, sino todo lo contrario.

Pero el asunto tiene visos laberínticos o incógnitas que hay que descifrar, más allá de la versión del himno de Ilan Chester, el Caballo viejo de Simón Díaz o las biografías de "nuestros" antepasados que doña Macky Arenas muestra en el canal cuyo dueño era el señor que especulaba, pero daba trabajo, o que daba trabajo especulando...

Me corto una oreja si María Corina, en sus ratos libres, no fotocopiará las enseñanzas de Alberto Adriani para remozar su propia cultura que hacía suspirar el corazón obrero-masoquista de Andrés Velásquez, quien deliraba con la instauración en Venezuela de las escuelitas Realschules como métodos adrianistas para aparear a los germanos con los criollos y así, todos catiritos y jamaos, encarar el porvenir de la industria criolla con los ojos verde cotoperí, que ven mejor para joderte mejor.

Vaya qué oferta, debió pensar Velásquez para lanzar una ley de reemplazo de las Misiones Sociales o de reconfigurar el disco duro de la Pdvsa saqueada por la banda disfrazada de rojo cuyos integrantes han venido cayendo.

Hago este rastreo detectivesco-antropológico porque he estado recordando el Tejerazo español y para ver hasta dónde es posible fijarle el rostro ideológico al honorable don Pedro Carmona Estanga, que no tarda en ser evocado por los poseídos fascistas como Capriles, o el tal Superlano de Barinas, que ahora, como el Conde, tienen ansias de ser Presidente.

En todos está fríamente calculada la negación a la libertad y la intolerancia de quienes, perniciosos, reos de sus malestares de conciencia, alucinados de odio, desean volver al pasado.

El Tejerazo fue la salida de ultratumba de José Antonio Primo de Rivera, molesto por el jolgorio del destape y por las insólitas explosiones de las mayorías segregadas. Los ecologistas, los ilusionistas de la igualdad entre hombres y mujeres, los defensores de los animales que al mismo tiempo querían practicar el amor libre, instaurar el aborto como un derecho inalienable, volver a la naturaleza, tomar jugos naturales con alfalfa y salir del foso oscuro del franquismo que ni siquiera les permitía viajar a Ceuta los fines de semana.

Quien diga que el conservadurismo español reaccionó frente al avance del socialismo soportado en el lomo de Felipe González, en compañía de las hordas butaneras, no solo está equivocado, sino que debe estar emparentado con Eduardo Fernández, empíricamente conectado con su ignorancia y fracasada historia como ese político a quien, recordando a Cabrujas, nadie le podía creer, así ponderara las propiedades curativas del limón amarillo.

La derecha española se sintió ofendida, y con razón, por tanta belleza repentina que significó el llamado Destape.

Cosas de la Falange. ¿Acaso no lo hizo Zapatero frente a Los Indignados? Aunque tampoco era necesario: bastaba y sobraba con el talante de Rodríguez, que abandonó el gobierno tras su entrega al FMI y a Rajoy.

Pero más allá de la mueca, de la risita apenas visible en la comisura de sus labios, ¿quién le dio la musa a don Pedro Carmona, por ejemplo para hacer lo que hizo, o a María Corina para hacer lo que hace? Pregunto.

Hay que buscar el rastro donde quiera que esté. Sería de gran ayuda para la psiquiatría criolla saber ese detalle, sus matices.Y para la mayoría venezolana.

Vamos, adelante, hay que separar los ingredientes de ese "mondongo melancólico", como decía el Chino Valera Mora de un escritor de "izquierda"; de esta Derecha ignara, pero deseosa, eso sí, de algún día anunciar, nuevamente, la suspensión de cargos y tal y continuar robando los recursos de la nación.

Ya con la corrupción de los anaranjados, que es un fardo pesado y vergonzoso, tenemos.

Es necesario dar el salto. El cualitativo, que dignifique la patria que nos dejó prefigurada Chávez y que el pueblo venezolano ansía.

 

Federico Ruiz Tirado


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