Letra fría | ¡Lara-Soto-Riera, otra vez!
12/05/2023.- La historia de este disco arranca en la década de los cincuenta, cuando Jesús Soto llega a París, ávido de sorber todo el arte universal para crear el arte cinético que le habría de inmortalizar. Al poco tiempo, vivió de la querencia que genera una guitarra a medianoche, de la solidaridad nocturna de trovadores y bohemios que hacían coros en las madrugadas de La Manouche, L'Escale y otras boîtes de la noche parisina. A canto y cuerda labró la historia del arte cinético cuando una exigua beca anunciaba hambre y penurias. Como le tocó soportar a mucho artista latino de los años cincuenta en París, nuestro héroe se había llevado de caleta su guitarra y ni corto ni perezoso la puso a vibrar "embonitándole" la parranda a sus amigos a cambio de los francos necesarios para vivir, comer, beber y pasar las noches con los amores de paso, que fue coleccionando en su camino. Muchos años después, junto al poeta Álvaro Montero, les produjimos a Soto y a Riera un LP de boleros y sambas argentinas que fue toda una aventura.
A mediados de 1983 yo había sido jefe de prensa de una exposición del maestro Soto en la galería LEA de Barquisimeto, cuyos dueños eran el poeta Álvaro Montero y su esposa Miriam. Al final de la inauguración nos fuimos a una finca de Alvarito y Soto, acompañado por Rodrigo, cantó aquellos boleros y sambas argentinas que entonaba en L'Escale de París. Al finalizar la tenida, me acerqué para plantear la grabación de un disco y Soto me dijo: "Tú eres el número 28 que viene con ese cuento", y yo le contesté que los otros 27 no estaban pelando como yo. Acababa de llegar de París adonde me fui diez días y me quedé tres meses y, por supuesto, al regresar, me habían botado de El Diario de Caracas y de la universidad… Álvaro, además de poeta, era un exitoso abogado proveniente de una familia acaudalada, con excelentes relaciones comerciales en la ciudad, por lo que fue muy fácil lograr el patrocinio del Banco de Lara para editar el LP Improvisando.
Muchos años después fui reclutado por Mavesa para coordinar un proyecto cultural dedicado a la guitarra clásica, y la primera tarea que me encomendó su presidente Jonathan Coles, excelente guitarrista, fue ubicarle a su maestro de Nueva York. Cuando me aclaró que era Riera, solo me quedó decirle: "¿Para cuándo lo quiere aquí? Si desea, mañana se lo traigo", y allí comenzó el renacer de la carrera guitarrística de nuestro querido Rodrigo, que ya se encontraba retirado en Barquisimeto, en su casa de la calle con su mismo nombre. Por supuesto que al poco tiempo montamos un concierto en el Ateneo de Caracas, tan exitoso que el público alborotado hasta tumbó una puerta. Ya yo tenía mi sello disquero HM Records, y entre otros CD, produje Arpegios y sortilegios, con estudios de Fernando Sor, por Rodrigo y Jonathan, y en el 92 me propuse producir el CD Lara-Soto-Riera.
Humberto Márquez