Estoy almado | Inmunes al miedo del covid
El virus sigue activo, solo que ahora lo llaman “la gripe fuerte que está dando”
Pero ya todo eso quedó en el pasado. La realidad hoy es que el uso del tapabocas es voluntario. Lo usa quien es precavido o se siente seguro de que así no se contagiará fácilmente. Lo cierto es que ya no te exigen tapabocas para entrar a espacios cerrados o lugares concurridos.
Quienes no lo usan tienen la convicción de que el virus no es tan mortal como al principio de la pandemia, cuando era común enterarse de la muerte de conocidos y la gravedad en la que se encontraban algunos allegados. Para entonces, el virus imponía un clima generalizado de terror, que hacía pensar que tentabas la muerte si no usabas el tapabocas. Cuando salíamos de la casa y se nos quedaba el tapaboca era angustiante, acaso un descuido imperdonable que te reprochaban las miradas alarmadas dentro del ascensor o en el transporte colectivo.
El lavado de manos era un hábito de histeria colectivo. ¿Se acuerdan? Para entrar en los comercios debían rociarte en las palmas de las manos un líquido extraño (pocos aún lo hacen), que no era ni alcohol ni gel antiséptico. No quedaba más remedio que restregarse las manos por la ropa para limpiarse de ese brebaje de dudosa procedencia.
Sin duda, el adiós definitivo del tapabocas lo marcó el anuncio de la OMS de que la emergencia sanitaria mundial por el coronavirus había llegado a su fin. Lo cual no quiere decir que el Covid se fue o no existe; ese bicho aún sigue entre nosotros mutando a niveles que las personas llaman eufemísticamente como “la gripe fuerte que está dando”.
Sin embargo, ese anuncio sirvió de justificativo para no usar deliberadamente el tapabocas. Ahora cuando alguien exige usar el tapabocas es común escuchar la respuesta: “Hasta la OMS ya dijo que no hay más covid”. La posverdad también se impuso.
Así las cosas, volvimos al libertinaje de la época prepandémica de mostrarnos sin tapabocas, sin nada que lo impida. Quizás por eso me confié y salí sin tapabocas a la calle a un encuentro masivo en el colegio de los chamos. Tal vez por esa razón me contagié de un covid tan fácilmente que me tiene inmovilizado con altas temperaturas frecuentes y malestares varios.
Lo bueno es que ya a estas alturas tener covid no es motivo de discriminación ni cacería de brujas, en las que los vecinos te delataban con las autoridades para internarte en una carpa calurosa, instalada a cielo abierto en un estacionamiento. Con decir que tienes una “gripe fuerte” todos saben que es covid, pero, de algún modo, ya no es causa de alarma, incluso te visitan teniendo covid. Se trata de la nueva gripe del siglo XXI, de la que también, al parecer, nos hicimos inmunes al miedo a que nos matara.
Manuel Palma