La miss Celánea | Deja Vu sureño
Aunque se laven las manos, la receta es la misma: volver loca a la gente
Argentina está en la calle. El atentado fallido que se efectuó en contra de Cristina Fernández de Kirchner el pasado 1 de septiembre despertó hasta al más aletargado de los peronistas, ese que, por no discutir, no había reparado en el asedio mediático, las burlas, la ironía y los insultos agudizados los últimos meses contra Cristina a través de las redes sociales y medios de comunicación argentinos.
Algo tenía que pasar, algo se estaba cocinando. En Venezuela tenemos una larga lista de experiencias similares, conocemos la conducta de los medios y los actores políticos de derecha. La historia de un hombre brasilero que de manera supuestamente espontánea se acerca a la lidereza y apuntándole el rostro intenta asesinarla, nos recuerda a aquel personaje de apellido Gouveia, atormentado y con problemas psiquiátricos, en cuya mente se colaron los mensajes de odio de la Globovisión del 2002, y que terminó quitando la vida a tres personas e hiriendo a varias otras en la plaza Altamira durante el paro petrolero.
Aunque se laven las manos, la receta es la misma: volver loca a la gente. O quién no recuerda aquel llamado a “descargar la arrechera” de Capriles, o aquella infausta sugerencia de lanzarle una maceta por la ventana a los chavistas, que se tradujo en la muerte de una mujer por el impacto de una botella de agua congelada en su cabeza, o de dónde sacó tanto odio el que sacó el yesquero para quemar vivo a Orlando Figuera.
Son demasiados años viviendo esto, demasiados guiones repetidos. Cuando en 2018 un fallido atentado contra el presidente Nicolás Maduro y todo el alto mando venezolano fue televisado, los criminales de la derecha también dijeron que era mentira, como dicen hoy que Cristina planeó todo, como cuestionan su reacción ante el suceso, como ironizan y sugieren en los medios que es solo un plan para posicionarse como candndidata para las próximas elecciones.
Y siempre hay alguien que se deja permear por el odio, que coloca una guaya en una calle hasta que un motorizado se corta la cabeza. Siempre hay quien se hace eco de un llamado a la invasión. Con tal de acabar con la izquierda latinoamericana, todo se vale, y después no hay culpables, los medios se victimizan y si se toma alguna medida para regular ese tipo de conductas, se escudan tras el derecho a la libre expresión. Periodistas sanguinarios se vuelven los yo no fui, como hace poco hizo desde Miami Carla Angola -que ojalá la pongan presa de una vez-, luego de hacer por enésima vez en su vida apología al magnicidio.
El monstruo al que se enfrenta la Argentina es gigantesco. Horas después del atentado, cierto medio de comunicación difusión dio una entrevista a un hombre identificado como el mejor amigo del atacante de Cristina, que sin pudor alguno declaró: “Su intención era matarla, pero lamentablemente no ensayó antes”.
Malú Rengifo