Tinte polisémico | Autonomía universitaria
Sin autarquía financiera ninguna institución puede ser autónoma
26/05/2023.- Hoy, 26 de mayo de 2023, se celebrarán las elecciones de las autoridades y los miembros de las instancias de cogobierno de la Universidad Central de Venezuela (UCV), casa de estudios donde “se vence la sombra”, la del orfeón de sublimes notas y de las azules boinas; lugar donde nos hemos formado un gran número de profesionales en distintas carreras; escenario en el que han participado importantes y relevantes personajes de la vida y de la historia, en todos los órdenes y ámbitos del acontecer nacional venezolano.
A propósito de ese acontecimiento electoral, después de casi quince años, vale la pena hablar de la autonomía universitaria. Una institución pública, con base en ese principio, se traduce en que debe sustentarse en la independencia política y administrativa, respecto de factores externos. Se sostiene que como universidad, debe ser esencialmente autogobernada, debe elegir sus propias autoridades, sin injerencia del poder político, decidiendo sobre sus propios estatutos y programas de estudios. Evitar que los vaivenes del poder público se traduzcan en cambios arbitrarios de la vida y las autoridades universitarias.
La autonomía universitaria se descompone en las siguientes categorías. La organizativa, para crear sus normas internas; la académica, para direccionar y conducir la investigación; la docencia y la extensión; la administrativa, para elegir y nombrar autoridades, personal docente, de investigación y administrativo, y la económica-financiera, para organizar y administrar su patrimonio.
Sin embargo, hay un aspecto que resulta imprescindible y definitorio: la autarquía financiera. Sin ella ninguna institución puede ser efectivamente autónoma. En el caso de la UCV ¿ha podido funcionar nuestra casa de estudios, sin la asistencia presupuestaria y el financiamiento del Ejecutivo Nacional? Absolutamente todos conocemos la respuesta.
Hay un asunto de orden capital y social: crear un sistema de enseñanza universitaria, armónico y orgánico en concordancia con el sistema educativo en general, que funcione bajo la suprema orientación y dirección del Estado. Todo esto sin restar relevancia a la búsqueda de la verdad y afianzar los valores trascendentales del ser humano.
Necesariamente el análisis del tema de la autonomía universitaria, trasciende la esfera de lo jurídico. En tal sentido, cuando lo abordamos desde una perspectiva del contexto global, es decir como parte del sistema capitalista, donde el conocimiento es considerado también una mercancía, la universidad se convierte en el mecanismo de provisión de la misma. En este marco de análisis, si pretendemos independencia y soberanía, surge la descolonización como única vía y estrategia antiimperialista para la consecución del socialismo como modelo alternativo.
La institucionalidad universitaria atada y asociada a las disciplinas, en las que se basan los conocimientos científicos y humanísticos, amparados en la universalidad como discurso, se sostienen en supuestos y en una epistemología esencialmente euro-céntrica.
Así que, sometido nuestro país al bloqueo sistemático y de sanciones unilaterales, como todos lo sabemos, y dadas las condiciones geopolíticas que privan en la actualidad y la confrontación real de guerra multiforme, y desde la perspectiva del Sur Global, el concepto de la autonomía universitaria, representa una celada, pues no deja de ser la universidad como institucionalidad pública, un sujeto y objeto de la acción política.
Por ahora, vayamos a ejercer la posibilidad de tomar las instancias de gobierno y cogobierno universitario de nuestra amada y primera casa de estudios, uno de los pocos espacios que aún la derecha apátrida mantiene con subterfugios jurídicos, no éticos, y divorciados de los intereses y las necesidades de nuestro pueblo soberano.
Héctor E. Aponte Díaz
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