Retina | Populismo
29/05/2023.- Me formé, en términos políticos, en una época cuando la izquierda designaba como "populista" al arsenal discursivo que la derecha dedicaba a los trabajadores durante las campañas políticas. Populistas eran las promesas de láminas de zinc y de sacos de cemento. Populista era la promesa del vaso de leche escolar o las becas escolares, que contaban con presupuestos publicitarios infinitamente superiores a lo que se repartía entre los estudiantes.
El populismo se entendía entonces como el conjunto de artilugios desplegados por la derecha para atraer el voto popular mediante atractivos inmediatos que no apuntaban a transformar ni a mejorar las condiciones de vida de los pueblos.
A nadie de la izquierda, en aquellos tiempos, se le ocurriría colocar como sinónimos políticos o ideológicos a las categorías "popular" y "populismo", como viene ocurriendo hoy cuando las fuerzas y los procesos populares son a veces presentados como "populismos" y en ocasiones el término hasta resulta siendo asumido por voceros o expresiones populares.
No vayan a pensar que se trata solo de un problema de lenguaje. La tensión permanente de todo lo político es el peso que ejerce el deseo democrático de los sectores populares de todos los pueblos del mundo. La percepción constante de que su poder numérico es obviado en el debate y en las decisiones que toman los centros de poder.
Es esta una impresión que está clara hasta en los centros de poder más antidemocráticos y antipopulares de cualquier momento y de cualquier parte. "Pan y circo" es la recomendación de los poderosos del Imperio romano.
Lo sabe también el fascismo, quien desde sus propios orígenes intentó apoderarse de la denominación "socialismo" para tener más terreno simbólico desde el cual combatir a las fuerzas populares.
Y, justamente, "popular" o "populares" son las denominaciones que más atraen hoy a las fuerzas de derecha y de extrema derecha de Europa y América Latina, como ocurre con el Partido Popular de España, nacido de la antigua "Alianza Popular" que conformaron los partidos franquistas en 1976, o con el partido de visión antipopular, antidemocrática y anticomunista que se intenta disfrazar bajo el nombre de "Voluntad Popular".
Desde este espacio de la derecha, absolutamente impopular, es desde donde hoy se califica como "populistas" a las organizaciones y a las propuestas de transformación de la izquierda.
Freddy Fernández