Vitrina de nimiedades | Teletrabajo, ¿sigues ahí?
10/06/2023.- Antes de decretarse el fin de la emergencia sanitaria mundial por COVID-19, anunciado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en mayo pasado, nosotros ya habíamos dicho: "Hasta aquí llegaste". Ese fin de facto implicaba la aniquilación progresiva de ciertos hábitos sobrevenidos: las mascarillas, el lavado frecuente de manos, el uso de antibacteriales y el distanciamiento "social" o preventivo. Otras rutinas, en cambio, han prolongado con cierta hidalguía su existencia entre los humanos. El teletrabajo está en esa lista, aunque cada día crecen las matrices de opinión para descubrirle defectos que, paradójicamente, parecen no haberse notado en la pandemia.
Del "Quédate en casa" a estos tiempos mucha opinión ha corrido por el río de las plataformas digitales. Ese caudal se alimenta de las visiones de los "tótems" del capitalismo de plataforma como Meta: la corporación dueña de Facebook, Instagram y WhatsApp solicitó a sus empleados volver a trabajar en la oficina por lo menos tres veces a la semana. Es una consecuencia lógica, pues el cofundador de esta compañía, Mark Zuckerberg, había dictaminado que quienes trabajan de forma presencial son más productivos que aquellos que laboran desde casa.
Pero esta sentencia no puede leerse o asumirse sin tomar en cuenta el clima laboral de las grandes empresas de tecnología. El año 2023 comenzó con una sonada ola de despidos en ese sector y, de acuerdo con Layoffs.fyi, más de 202.000 personas han perdido sus empleos en poco más de seis meses. A eso se suma el mantra de la máxima productividad y eficiencia, que exige hacer más con menos y sacar el mayor provecho posible de la fuerza trabajadora.
En el caso de América Latina y el Caribe, la expansión del teletrabajo tuvo su anclaje en la propia pandemia. Antes de la propagación de la COVID-19 en la región, tres millones de trabajadores laboraban a distancia. En 2021, un año después de la diseminación del virus, veintitrés millones de latinoamericanos y caribeños teletrabajaban, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). ¿Cuántos siguen laborando en esa condición? Aunque no se consiguen cifras precisas, medios de comunicación dedicados al sector económico sostienen que es una corriente aún en tendencia.
No podemos ver ese panorama sin considerar los planes de empresas que desean regresar a la presencialidad o están aplicando el modelo híbrido. Las razones son tan diversas como formas de llevar un grupo de trabajo: desde creencias arraigadas en frases como "El ojo del amo engorda al ganado", hasta el desgaste natural que puede provocar sentir que nuestra casa es una oficina 24/7. Entre esos extremos se mezclan justificaciones válidas y, también, excusas para amparar dinámicas donde la falta de planificación reina.
Un escenario así solo plantea una cosa: seguimos entrampados en las ilusiones del rendimiento, el falso liderazgo de los grupos de trabajo y el control como única garantía de éxito laboral. De último, como en otras ocasiones, sigue quedando pendiente la necesaria discusión de las condiciones justas de trabajo. A lo mejor, cuando llegue otra pandemia —el riesgo ya fue advertido por Tedros Adhanom, el director general de la OMS—, los grandes patronos recuerden los beneficios de trabajar desde casa y pregunten: "Teletrabajo, ¿sigues ahí?".
Rosa E. Pellegrino