17/06/2023.- Alguien cree que no pasa nada, que todo es igual. Si en la guerra contra Venezuela se fomentan los militantes de la amargura, en todos los demás rincones se siembra una especie de tedio, bien parecido a una mezcla de apatía con cinismo (nada importa).

El trabajo es mostrar lo que cambia y lo que pasa. En una semana se aglomeran temas: viene el señor Trump en su discurso en Dakota del Norte y dice: "Al irme [al terminar su presidencia], Venezuela estaba lista para colapsar. Nos hubiéramos hecho de ella. Hubiéramos tomado todo su petróleo. Hubiera sido justo al lado (…) Ahora estamos comprando su petróleo…". Siempre le agradecemos su sinceridad a este señor.

Después llega a Venezuela el presidente de la República Islámica de Irán, Ebrahim Raisi. "Tenemos la misma visión (…) tenemos enemigos comunes (…) Somos amigos en tiempos difíciles", reiteró Raisi mientras se firmaban acuerdos en diversas áreas: tecnología, educación, comercio… y no le falta razón: de Irán vinieron los cinco buques petroleros con gasolina y los químicos necesarios para garantizar el funcionamiento de las refinerías venezolanas en los momentos más difíciles de la crisis de combustibles, pese a las amenazas del gobierno de Estados Unidos. Con Irán, se mantienen los convenios técnicos para apoyar el funcionamiento de la industria petrolera. Mientras tanto, la Voz de América, órgano del gobierno gringo, califica la visita de "preocupante", "provocadora" y hasta "peligrosa". Nada de extrañar, proviniendo de quienes apuestan al colapso de nuestro país.

Quienes no tenían nada para decir sobre las palabras de Trump y fueron cómplices de su actuación, se pronuncian sobre la renuncia de ocho rectores, entre principales y suplentes, del Consejo Nacional Electoral (CNE). Todos encuentran en ello unas intenciones oscuras. El presidente del CNE renunciante, Pedro Calzadilla, explica que han puesto sus cargos a la orden de la Asamblea Nacional para

contribuir con el noble objetivo del compromiso nacional, enrumbado hacia la prosperidad económica y estabilidad política y social (…) para que sea el Poder Legislativo el que, una vez más, designe a un Consejo Nacional Electoral que represente las aspiraciones de los sectores democráticos del pueblo venezolano.

Se abren puertas para que no haya excusas en la participación electoral de quienes se han negado a aceptar la legalidad venezolana. Se dialoga y se avanza. El ruido queda cada vez como lo que es.

Humberto González Silva